CRÍTICA DE CINE

'Rifkin's Festival': ensoñación cinéfila

La nueva película de Woody Allen rodada en San Sebastián es una delicia otoñal en la que habla del cine y de la vida

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Rifkin's Festival'

Tráiler de la película 'Rifkin's Festival'. / periodico

Quim Casas

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¿Woody Allen siempre habla de lo mismo? Cierto. ¿Sus fijaciones de cinéfilo son las de siempre, con Fellini y Bergman a la cabeza?. También, pero si siempre le han gustado tanto, ¿por qué tiene que cambiar ahora?. Cuando rueda en una ciudad que no sea Nueva York, ¿realiza lo más parecido a una visita turística por las calles de Barcelona, París, Londres, Roma y ahora San Sebastián?. Sí, pero siempre hay un motivo argumental para que así sea. ¿La iluminación de su último filme es más mediterránea que cantábrica?. También es verdad, pero, aunque cuente historias muy reales, el cine de Allen siempre ha tenido algo de ensoñación.

'Rifkin's festival' es una delicia otoñal, una película en la que Allen habla del cine que le gusta y el que no le gusta, de las relaciones afectivas, de las contradicciones del amor, del cine y la vida. La acción acontece en un certamen cinematográfico, una simple excusa, un lugar emocional antes que geográfico, para ubicar sus eternas dudas metafísicas. Las citas (a 'Ciudadano Kane', 'El ángel exterminador', 'Jules y Jim', 'Ocho y medio', 'El séptimo sello', 'Al final de la escapada', 'Persona', 'Fresas salvajes' y 'Un hombre y una mujer') son muy evidentes, pero también nos dicen mucho sobre la fidelidad de Allen a unos conceptos. Hay mucho respeto cuando reconstruye momentos básicos de estos títulos, pero también parodia y fina ironía: la aparición de la muerte del famoso filme de Bergman nos devuelve al Allen de 'Cómo acabar de una vez por todas con la cultura'.