ENTREVISTA

Jordi Cussà: "Un colega yonqui llamaba a la heroína diablo"

El autor publica 'Caballos salvajes', traducción propia de su fundamental novela en catalán sobre la plaga de la heroína de los 80 y los 90

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Ramón Vendrell

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A falta de datos, hay estimaciones oficiales (sin duda a la baja, incluso muy a la baja las referentes a los primeros tiempos) del Ministerio de Sanidad: la heroína mató directamente en España a 266 personas en 1983. La cifra tocó techo en 1991 con 1.833 fallecidos por sobredosis. A lo largo de toda la década de 1990 murieron 13.008 adictos. Y a estos números espeluznantes habría que añadir otros aún más espeluznantes: las bajas causadas por el sida entre los heroinómanos. Jordi Cussà (Berga, 1961) estuvo en primera línea de la plaga de la heroína de los 80 y los 90 y dio a su experiencia poderoso vuelo literario en 'Cavalls salvatges' (Columna, 2000), novela que él mismo acaba de traducir al castellano ('Caballos salvajes', Sajalin).

La heronía es en el imaginario colectivo español una tragedia urbana y suburbana. Usted la sitúa en un ámbito comarcal.

Nos movíamos mucho y hay en la novela tramos barceloneses. No era raro que un día fuéramos dos veces a Barcelona, a comprar a San Cosme, La Mina o Can Tunis. Y a Vic, a Manresa, a Cardona... Si nos pasábamos el día en el coche buscándonos la puta vida. El vicio, o la pandemia, que ahora está de moda la palabra, estaba sobre todo en Barcelona, en Tarragona y en Girona, pero también en el Berguedà y en el Bages, con poblaciones muy marcadas. Berga era una. Y Sallent era mucho peor. Conocía a tres hermanos de Sallent que murieron por la heroína. A uno le pegó un tiro la policía cuando huía de un atraco en una gasolinera, otro murió de una sobredosis y el tercero de sida. En Berga, con unos 15.000 habitantes, habría 80 o 100 personas que tomaban heroína cada día. Eso son muchas personas.  

¿Por qué cree que la heroína arraigó tanto en Berga?

Quizá porque en el Berguedà, como en el Bages, había minería. Eso significaba dinero. Difícil de conseguir, pero dinero. Había además una situación de crisis.

Hablamos de una zona que podría ser considerada la Catalunya gótica, con sus brumas y sus vestigios de los tiempos de las colonias, desde casoplones hasta reliquias industriales.  

O la Catalunya profunda. Aquí la industria volvió a imponer una especie de feudalismo. Las colonias industriales como idea no estaban mal; creo que en origen fueron fruto del socialismo utópico. Pero en la práctica el amo tenía la llave de todo y cobraba por todo y se convertía en un cacique feudal, derecho de pernada incluido. Y lo ejercía. Ese tejido también estaba desintegrándose en la época de la heroína.

Excepción hecha de las canciones que dan título a los capítulos, apenas hay referencias en 'Caballos salvajes' a la cultura 'underground' entonces asociada al consumo de drogas, con ejemplos destacados como el tebeo 'el Víbora'.

No me gustaba 'el Víbora'. Mis cómics era Astérix y Mortadelo y Filemón. Y tampoco me interesaban las lecturas contraculturales, con la salvedad de Kerouac. Mis influencias las buscaría más bien en las letras de Dylan, Cohen o los Beatles. El ambiente 'underground' de la época está más presente en 'Formentera lady' [que también está traduciendo Cussà al castellano para Sajalin], de alguna manera la continuación de 'Caballos salvajes'. Siempre con la máxima inapelable de disfrazar los hechos autobiográficos.

"Durante un tiempo yo iba a dos entierros por semana"

Poco o mucho, todos los autores son urracas de historias ajenas. En su caso, un material muy sensible.

'Caballos salvajes' no es una autobiografía, es una novela en la que salen historias reales. Historias de muchos de los míos que se dejaron la piel en la heroína. Durante un tiempo yo iba a dos entierros por semana. Tenía que ser respetuoso con ellos y con su memoria. Muchos días acababa de escribir llorando como una Magadalena. Porque aunque lo camuflara yo sabía perfectamente de quién escribía y qué había sido de él. Y a veces cogía el teléfono para que me enjugase las lágrimas.

¿Perdón?

Que cogía el teléfono para buscar alguna cosa. Drogas. Yo me portaba bien entonces pero... Fue una redacción catártica y de la que estoy satisfecho tanto literaria como íntimamente, pero fue muy difícil. La carga emocional me desbordaba. 

Sí que hay al menos una referencia 'underground' en 'Caballos salvajes': a Bocanegra.

Con Pepe Sales, que hacía unas letras dignas de Dylan. Un grupo excepcional. Me gustaba mucho.

"La prioridad de un yonqui es la heroína desde que se despierta"

¿Cómo funcionan la mente y las emociones de un yonqui?

De otra manera porque tu prioridad es la heroína desde que te despiertas. A ver, contar un día de la vida de un yonqui es fácil; lo difícil es contar la evolución de un yonqui a lo largo de años. Tiene tres fases. La primera es una juerga. La heroína es divertida y simpática. La segunda para mí empezó de verdad cuando decidí desengancharme porque me enamoré de una chica que no fumaba ni porros. Mientras que yo era un caos, siempre sin un duro y sableando y 'bisneando'. Fui a una psicóloga y le expuse el caso. Me dijo: '¿Cuánto calculas que tardarás en dejarlo?' Pues si llevo dos años, digamos un año. 'Estaré contenta si lo consigues en cuatro o cinco años', me respondió. Y así fue. En esta segunda fase hay momentos de rebelión contra el mundo, de a tomar por culo, en mi caso acentuados porque me dijeron que era portador del VIH, lo que entonces significaba que te podías ir a la puerta del cementerio y que dejabas de formar parte de la sociedad. 

¿Y la tercera fase?

Para los que hemos tenido la suerte de salir, recuperar la libertad. Es la más bonita. Para los que no, la muerte.

"Yo no digo que no fuéramos viciosos. Claro que sí. Pero también éramos enfermos"

Los adictos de 'Caballos salvajes' son seres humanos, no zombis deshumanizados, como suele verlos la sociedad.

Pues la cosa ha mejorado. En los años 80 éramos viciosos y basta. Y había un negacionismo. En la España del señor González y en la Catalunya del señor Pujol no había yonquis. Ni se hablaba de nosotros ni se afrontaba el problema. Éramos solo viciosos. Yo no digo que no fuéramos viciosos. Claro que sí. Pero también éramos enfermos. Porque a partir del momento en que dices 'lo quiero dejar' y no puedes pasas a ser un enfermo. 

¿Recuerda la primera vez que consumió heroína?

Perfectamente, y fue muy agradable. Yo trabajaba de 'disc-jockey' en un bar. Vino un colega y le pedí permiso al jefe para ir un par de horas al cine. De camino al cine nos encontramos con un 'socio' de mi colega que tenía de todo, y se apuntó. Vestía como Mick Jagger, con americana ancha de espaldas y corbatilla. En las filas de atrás nos fumamos un cigarro de burro.

¿No le dio miedo?

Al revés. Ya hacia tiempo que me picaba la curiosisdad.

¿Y la última vez?

También la recuerdo perfectamente. Fue penosa. Tenía una representación con el grupo de teatro en el que estaba e iba perdido. No me mataron porque me querían. Fue la última excepción que me permití. 

¿Las drogas impulsan la creatividad o la entorpecen?

Ninguna de las dos cosas. Que yo sepa Shakespeare no se metía nada y escribía muy bien, y Poe se metía de todo y también escribía muy bien. Poe tenía la mala suerte de necesitarlo y Shakespeare la buena suerte de no necesitarlo.

"No lo considero [sus años de adicción] tiempo perdido sino tiempo vivido"

A usted la heroína le impidió dedicarse a escribir en serio antes.

Pero no los considero años perdidos sino años vividos. Sin ellos sería otra persona. También hice la comunión de niño. Es así. Te cae. La curiosidad mato al gato. Por aquí pillamos muchos. Temerarios, estúpidos, pensando que no nos engancharíamos

En 'Caballos salvajes' sale la expresión "yonqui de pura cepa". ¿Quién lo es?

Por ejemplo uno de mis colegas, que murió hace tiempo. Siempre decía que si tenia medio gramo al despertarse no necesitaba nada más en la vida. Yo ee decía que medio gramo para no tener que preocuparte estaba bien, pero que entonces podías leer, escribir, ir a un concierto; vivir más allá de meterte. Este era un yonqui de pura cepa. 

A bote pronto, ¿cuántas maneras conoce de llamar a la heroína?

Caballo, jaco, burro, potro, 'ruc'... Todos los derivados equinos que quieras. Perico, que no perica, era habitual entre gitanos. Polvo. Y después mucha gente se inventaba nombres. Un colega le llamaba demonio o diablo.

Existe la teoría, quizá conspiranoica, de que en el País Vasco se dejó circular libremente la heroína para desactivar políticamente a la juventud.

En el País Vasco creo que era consigna clara. En Catalunya no me atrevería a decir tanto, pero había un 'laissez faire'. No es normal que en Berga hubiera durante años un camello de papelas al que todo el mundo conocía como tal menos mi madre. Te hace sospechar que le dejaban trabajar. O ver a un tío preparando octavos tranquilamente sobre un tablero de madera en un coche a 15 metros del cuartel de la Guardia Civil.

"La verdad es que nos desactivaron o nos desactivamos"

Hombre, de insensatos está el mundo lleno.

Era un insensato, por supuesto, pero también era hijo de un guardia civil. Yo por si acaso ese día lo puse en mi lista negra. La verdad es que nos desactivaron o nos desactivamos. Yo por ejemplo me olvide de la política, la literatura y el teatro, que es la pasión de mi vida. Mientras no corriera la sangre no se metían demasiado.

¿Existe una ética yonqui?

Un amigo, cuando íbamos juntos a pillar para más gente, no me dejaba quedarme una astilla. ¡Pero si todos lo hacen! 'Tú, tu cuarto y ya está. Y si quieres más, te invito yo', me decía. Me fue my bien porque me ayudó a recuperar la idea de la decencia y la honestidad.

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