CRÍTICA DE CINE

'Estaba en casa, pero...': las grietas del trauma

La narrativa de la octava película de la alemana Angela Schanelec desafía descripciones al uso

Estreno de la semana. Tráiler de 'Estaba en casa, pero...'

Estreno de la semana. Tráiler de 'Estaba en casa, pero...'. / periodico

Nando Salvà

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La octava película de la alemana Angela Schanelec no muestra un interés particular en desvelar motivos y significados al espectador. Su narrativa desafía descripciones al uso en tanto que presenta una sucesión de fracturas, elipsis y puntos imprevisibles de énfasis que parecen reflejar la psicología de Astrid (Maren Eggert), una madre viuda que se ve abocada a un estado de constante agitación después de que uno de sus hijos desaparezca durante unos días. 

Schanelec captura momentos de su vida, en su mayoría tensos e infelices -el problemático proceso de compra de una bicicleta usada, el encuentro casual con un amigo cineasta-, y para ello recurre a planos casi siempre estáticos y deslumbrantemente compuestos que dejan en evidencia la influencia del cine de Robert Bresson a través de su duración, su rigurosa composición y las hieráticas interpretaciones que contienen. En el proceso, 'Estaba en casa, pero...' ofrece una impactante exploración del trauma y de sus desconcertantes y amenazadores síntomas, aunque resulta menos eficaz cuando apuesta por el simbolismo, como en esos pasajes de escenificación shakespeariana que tratan de establecer conexiones entre Astrid y Hamlet o en los momentos de cotidianidad protagonizados por un burro y un perro que abren y cierran la película.