REGRESO DE UN TÓTEM DE LA CANCIÓN POPULAR

'Rough and rowdy ways': el nuevo disco de Dylan, canción a canción

El cantautor entrega una obra maestra a sus 79 años, un álbum oceánico en el que gira la vista al siglo XX y canta a las convulsiones sociales, al amor y a la inmortalidad

Bob Dylan durante un concierto en Los Ángeles

Bob Dylan durante un concierto en Los Ángeles / periodico

Jordi Bianciotto

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Ahora que la sensación de cambio de era se acelera, siendo tal vez más perceptible cuanto mayor es la edad del observador, un nuevo álbum de Bob Dylan emerge del caos con ciertas formas de torre de señalización. ‘Rough and rowdy ways’, que sale a la venta este viernes, pasa revista al siglo XX y desliza alusiones al juicio final, te enreda en estrofas enrevesadas en las que habla de tú a tú con figuras históricas (reales o ficticias) y apela al sentimiento amoroso y al sentido del humor. Un álbum de canciones caudalosas, con la letra en el centro del paisaje, en las que el premio Nobel de Literatura del 2016 quiere hablarnos del presente a través de los contrastes que le brinda la memoria.

Es su primera entrega de material original en ocho años, tras la (discutida) trilogía de estándares, y le muestra dando un paso más allá de esos moldes genéricos (blues, country, swing, rockabilly) a los que adaptó su arte de la canción en el ciclo de álbumes que fue de 'Love and theft' (2001) a 'Tempest' (2012). No representa tampoco una incursión en territorios sónicos aventurados, condicionados por un productor con personalidad, como lo fue Daniel Lanois en 'Oh mercy' (1989) y 'Time out of mind' (1997). Es otra cosa, más concluyente y esencial, sujeta solo en ocasiones a la gramática troncal del blues y más bien tendente a una noción de la canción como ciclo infinito de estrofas que se funden con el horizonte bajo un tenue halo espiritual. Piezas serenas y magnéticas, arropadas por dulces armonías de guitarra, por el rumor de fondo del acordeón o el roce de las cuerdas del violín.

Llamada de la conciencia

Mientras tantos artistas han respondido al confinamiento de estos meses con divertimentos en 'streaming' de los que apenas queda huella, Dylan ha entregado sus canciones más importantes en mucho tiempo, que es decir bastante, encabezadas por ese 'Murder most foul' que nos sacudió semanas atrás. Piezas en las que parece atender a una vieja llamada de la conciencia, a aquellos modos "ásperos y ruidosos", rebeldes, a los que cantaba el trovador country Jimmie Rodgers en los años 20 (en su pieza 'My rough and rowdy ways'), para hablarnos del mundo que es y que fue a través de la versión más refinada de sí mismo. Y para deslizar versos que hablan de los límites de la mortalidad. Algunos saben a despedida, o a sus preparativos.

Poesía cantada en su más alta expresión, rica en claves y simbolismos, en la que los expertos en 'dylanología' podrán entretenerse durante una buena temporada. Poderosa señal de vitalidad creativa de un Dylan de 79 años que se deja arropar por su banda habitual y por cómplices como Benmont Tench (el que fuera teclista de los Heartbreakers de Tom Petty), Fiona Apple Blake Mills. Obra para degustar con calma, 70 minutos de músicas y textos para acompañar nuestro tránsito al mundo que viene. Repasamos sus 10 canciones.

1. 'I contain multitudes'

Un arranque suave, sin percusiones, con la guitarra de resonancias jazzísticas envolviendo el canto seco de Dylan en una declaración de bienvenida que alude a los extremos de su personalidad, del más dulce al más siniestro ("soy un hombre de contradicciones / soy un hombre de muchos estados de ánimo"), y en la que dialoga con Ana Frank, Indiana Jones y los Rolling Stones. Fragancias de los discos en que jugó a ser Sinatra y vistas al crepúsculo. "Duermo con la vida y la muerte en la misma cama".

2. 'False prophet'

El blues entra en escena con un ritmo pesado de tacto rocoso y un Dylan que desmonta viejas mitologías: "No soy un falso profeta / Solo sé lo que sé / Voy donde solo los solitarios pueden ir". Y añade: "Soy el último de los mejores / Podéis ir enterrando a los demás". La música de este tema es una adaptación de 'If lovin' is believin', pieza de 1954 de Billy 'The Kid' Emerson, pionero del rhyhtm'n'blues y el rock and roll que grabó para Sun Records.

3. 'My own version of you'

Dylan lúgubre, con humor negro, creando un ambiente de suspense alrededor de una historia delirante en la que se convierte en un Dr. Frankenstein que se apodera de pedazos de cadáveres, de hígados, cerebros y corazones, para construir un amante a medida. Con la cicatriz de Al Pacino y dotes para tocar el piano como Leon Russell y Liberace. A partir de ahí, el encuadre se abre y apunta a "los enemigos de la humanidad" y al "Sr. Freud con sus sueños, y al Sr. Marx con su hacha".

4. 'I’ve made up my mind to give myself to you'

Una rueda de armonías plácida y reconfortante, con ecos de la era pre-rock and roll, secundada por coros ululantes y un Dylan que canta a un amor que puede ser tan terrenal como espiritual. Dinámica sutil, estirada a placer, desprendiendo un aura mágica con reflejos de mística góspel.

5. 'Black rider'

Dylan, hablando cara a cara con la muerte prescindiendo de un clima tenebroso y acompañándose de una dulce guitarra y del lejano punteo de una mandolina. Un encuadre inédito del trovador, dirigiéndose al "jinete vestido de negro" y pidiéndole que se manifiesta. "Dime cuándo, dime cómo / Si alguna vez hubo un momento, que sea ahora / Déjame pasar, abre la puerta / Mi alma está angustiada, mi mente está en guerra".

6. 'Goodbye Jimmy Reed'

El blues más canónico del álbum, un homenaje al venerable trovador del Misisipí (1925-76), pionero del estilo eléctrico. Influido por su obra desde sus inicios, Dylan se dirige a él para pedirle más raciones de "esa vieja religión" sobre un trotón ritmo de boogie. "Es justo lo que necesito".

7. 'Mother of muses'

Otra delicadeza introspectiva con vistas al otro lado, con un ambiente de cierta liturgia góspel. Un diálogo con la "madre de las musas", a quien pide que le cante historias de los héroes americanos, de los generales Sherman y Patton, que allanaron el camino para Elvis Presley y Martin Luther King, "héroes que se mantuvieron en pie". Trazos de épica patriótica asociada a la cultura popular y los derechos civiles.

8. 'Crossing the Rubicon'

Dylan, como forajido o prófugo de las servitudes terrenales, se arrima por tercera y última vez al blues para cantar en primera persona al homicidio ("haré de tu esposa una viuda / no llegarás a la mediana edad") y situarse en algún lugar más allá del bien y del mal. "Estoy tres millas al norte del purgatorio, y a un paso del Gran Más Allá / He rezado y he besado a las chicas, y he cruzado el Rubicón".

9. 'Key West (Philosopher Pirate)'

El álbum trepa hasta las cotas más altas en el tramo final, que arranca con estos nueve minutos de monólogo ensoñador ("nacido en el lado equivocado de la vía del tren / como Ginsberg, Corso y Kerouac") y perdiendo el mundo de vista en la larga Ruta 1 que le lleva a Key West, el cayo del extremo sur de Florida, asociado a una soleada inmortalidad. "Un paraíso para morir", entona con raro sarcasmo, refiriéndose a ese destino vacacional de muchos jubilados estadounidenses. Balada trémula con el toque cálido del acordeón, en la que Dylan se encuentra solo en el hotel del enclave subtropical deseando que una emisora pirata le ponga el éxito de los 60 'Rescue me'.

10. 'Murder most foul'

La canción con la que el cantautor rompió el silencio el 27 de marzo, una epopeya de casi 17 minutos en la que, a partir del "asesinato más infame", el de Kennedy, "aquel día oscuro en Dallas, en 1963", pasa revista al paisaje musical de una era, de Patsy Cline y Stan Getz a los Eagles y Fleetwood Mac, con intención de tomar posiciones en el presente más que mitificando el pasado. Ese fue su propósito, tal como explicó hace unos días en 'The New York Times’, en su primera entrevista desde el 2017. Pieza balsámica, tan hablada como cantada, que sirve puntos de anclaje en un tiempo necesitado de ellos.

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