RING LITERARIO 17

Bret Easton Ellis vs. David Foster Wallace

Bret Con Una T realiza el equivalente de mingitar sobre la tumba del enemigo al calumniar a su difunto rival por Twitter

Bret Easton Ellis y David Foster Wallace.

Bret Easton Ellis y David Foster Wallace. / periodico

Kiko Amat

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¿Por qué se odiaban Bret (con una T) Easton Ellis y David Foster Wallace? No lo sé. Es decir, lo sé perfectamente pero estoy tratando de olvidarlo, porque los sentimientos de dos arenques enfrentados por el mismo pellizco de plancton me interesan más que los piquecillos caprichosos de dos escritores endiosados. Pero se lo diré, porque para eso estoy aquí.

Bret Con Una T es ese escritor con cara de emoji vacío que uno olvida a los dos minutos de saludar. Escribió una novela justita de neonihilismo pijo y luego una oda “irónica” a la violación y los 'psycho killers', y desde entonces solo ha conseguido expeler humeante boñiga tras humeante boñiga. DFW es el fulano con pinta de bajista suplente de Blind Melon, monumental cagona que solo pegaba a mujeres y escritor posmo en su versión más nefasta, el típico autor que en 20 años la gente leerá carcajeándose incrédula, intercambiando miradas de cómo-pudo-gustarnos-eso. Hubiese sido maravilloso que se anularan mutuamente, liberando a la humanidad del yugo de su prosa, pero las cosas no fueron así. DFW se suicidó y Bret Con Una T siguió con lo suyo, que,  como viene siendo costumbre entre escritores gastados, era tuitear cualquier flatulencia que aterrizase en su corteza cerebral.

Entonces llegó la biografía póstuma, 'Todas las historias de amor son historias de fantasmas', una loa mendaz que casi afirmaba que DFW sanó a enfermos apuntándoles con el glande desde una distancia razonable. Bret, ciego de envidia, tuiteó que aquel era “el escritor más tedioso, sobrevalorado, torturado y pretencioso de mi generación”, que solo lo leían “tontos” y que era “un fraude”. Esto, que si viniese de cualquier persona cabal me haría abalanzar sobre la cartera y empezar colecta para estatua ecuestre, en los sifilíticos dedos de Bret Con Una T me hizo oler chamusque inmediato.

No me equivocaba. Tras una fatigosa y prolija investigación (tres segundos de lánguido googleado) descubrí que los dos escritores se detestaban por memeces (soy más alcohólico que tú, vale pero al menos mi madre no huele a carburo, ¿te molesta? pues tira de esta, etc.) y que Bret estaba picajoso desde que Mr. Bandana Que Emana escribió en 1988 un cuento que parodiaba su estilo, 'La niña del pelo raro'. Bret, al leerlo, se dijo Oh, oh, voy a destruirte, encantador doble de Eddie Vedder con la higiene capilar de un avestruz. Pero no ahora. Luego. Cuando te mueras, a decir verdad. Y por Twitter. Cuando lo inventen. Ahora tengo cosas que hacer. Prrrreet. Ahí va un nuevo libro. Prrooonzs. Y ahí la secuela. ¡Enjoy!

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