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'¿Y el gato?', una original 'escape-room' infantil, ingeniosa y didáctica

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Eduardo de Vicente

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El juego de moda es el escape room y, últimamente, se está popularizando este entretenimiento entre los más pequeños gracias a compañías teatrales que lo ofrecen como el MicroTeatre BCN (Somnis) o el Jove Teatre Regina (El misteri de Houdini). Sin embargo, hoy nos centraremos en la oferta que nos proponen dos jóvenes sin relación alguna con el teatro, sino con la pedagogía, que han construido y decorado con sus propias manos todos los elementos de un ingenioso y muy didáctico juego infantil artesanal: ¿Y el gato?

Se trata de Carla y Fede, una argentina y un barcelonés, que hace ya dos años descubrieron que no existía nada relacionado con este tipo de actividades dedicado exclusivamente al público infantil y adolescente, y se lanzaron a la aventura con La nube, su primera experiencia, y, desde hace un año, han ampliado su pequeña empresa con ¿Y el gato?  Fede es profesor de matemáticas, tiene formación específica en relación a la diversidad y es analítico, lógico y reflexivo. Carla proviene del sector de atención al público es creativa, musical, intuitiva y emocional. Una combinación perfecta que ha adoptado el nombre de Emotion.

El decorado inicial representa una calle

El juego puede vivirse en tres idiomas (castellano, catalán e inglés) a los que los monitores se adaptan sin problemas (Carla lleva solo 8 años aquí y su catalán es muy meritorio) y todas las pruebas están pensadas para poder efectuarlas en cualquiera de las tres lenguas. Hay que advertir que se trata de grupos cerrados de 4 a 10 chicos (de 8 a 14 años) organizados por los propios participantes. Cuantos más miembros haya, más barato nos saldrá por persona pero no nos juntarán con ningún niño desconocido.

Los padres los dejan en la entrada y deben marcharse para que ellos se sientan más libres durante una hora. Eso sí, pueden observar el decorado inicial que representa una calle con una pescadería, un quiosco con periódicos, flores y la puerta de entrada a una vivienda. Para empezar, los monitores se sientan con los peques en el suelo, que simula una calzada. Se presentan y les preguntan sus nombres para poder tratarlos con familiaridad.

Instrucciones y primeras pruebas

A continuación les explican que lo que experimentarán es como una película con música o un videojuego, ya que tendrán que ir pasando de una pantalla (o habitación) a otra. También es el momento de que entiendan unas pequeñas normas: se puede tocar y mover todos los objetos (siempre con cariño y amor) excepto cuando haya una señal de peligro que significa que es algo frágil. Aprenden a usar los candados (de números, letras y direccionales) y a reiniciarlos. ¡Instrucciones recibidas! Empezamos…

Fede recibe una llamada de su abuela ya que están cuidando de su casa y van a llegar antes de lo previsto pero descubren que el gato de los yayos se ha perdido y deben encontrarlo antes de que regresen. La primera prueba consistirá en hallar la llave para abrir el buzón de la puerta para lo cual deberán utilizar sus conocimientos matemáticos. Cuando lo logren (entre unos y otros se ayudarán) podrán entrar en la casa.

El comedor de los abuelos y la sala secreta

La primera estancia es, sin lugar a dudas, un comedor de gente mayor. Allí encontraremos una máquina de coser antigua, una televisión portátil también del año del catapún, varias piezas de ropa (una gorra, una americana, etcétera), un ovillo de lana, un bastón y muchos dibujos de gatos. La misión de los peques consistirá en encontrar los retratos de los felinos que faltan y ponerlos en su lugar correcto. Dan vueltas por todas partes en busca de pistas (que están siempre en el sitio más inesperado) y resulta muy divertido ver cómo se estrujan el cerebro y los gritos que dan cuando abren alguna cerradura. Mientras, sus anfitriones les ayudan, les guían y les conducen hacia su objetivo.

Si lo logran (seguro que lo harán) penetrarán en una sala secreta repleta de… (hasta aquí podemos explicar, es secreta, pero la más chula). Ahora deben superar una prueba aún más difícil: conseguir un objeto imprescindible para seguir con la aventura. Para ello tendrán que utilizar sus conocimientos musicales, el reconocimiento de emociones, el tacto o la orientación, entre otros. El juego les estimula a fijarse en todos los detalles y buscar por todas partes. El final de este tramo es luminoso y muy original y tiene alguna que otra sorpresa.

¡Que se acaba el tiempo!

Tras pasar por el distribuidor de la casa nos parece escuchar al gato y llegamos a una divertida sala que bien podríamos denominar como el paraíso de los mininos (una pista). Allí nos advierten de que nos queda poco tiempo y los abuelos están a punto de llegar. Los minutos pasan sin dar tregua. Dicen que no quieren presionarlos pero todo ello provoca una gran tensión ¿podrán salir a tiempo? Corre, corre… Hay que encontrar al gato y buscar la manera de salir de allí…

Si todo ha ido bien, consiguen resolver los misterios justo a tiempo y salen muy alborotados celebrando haberlo logrado pocos segundos antes de que el cronómetro marcara el cero. Es importante que los padres acudan a recoger a los niños a la hora que les han señalado para que vean sus caras de felicidad. A la salida, los peques pueden escribir lo que les ha parecido el juego en un libro o pintar en una pizarra.

Hay que hacer la reserva previamente

Mientras, uno de los monitores lleva a los adultos a hacer el mismo recorrido que los niños y les explican lo que han hecho. La mayoría se sorprenden porque no esperaban unos decorados tan originales y elaborados y unas pruebas tan didácticas. Al final, todos acaban contentos tras haber pasado una hora inolvidable y diferente. Para concertar día y hora hay pasar por su página web y hacer la reserva(con tiempo de antelación, que los fines de semana están bastante llenos) e, igualmente, puede ser una manera sorprendente de celebrar un cumpleaños (o roompleaños, como lo llaman ellos), una comunión o cualquier otro tipo de fiesta. ¡Viva la emoción!