CRÓNICA DE TEATRO

'Ostia', la belleza de la mentira

El dramaturgo Sergio Blanco lleva al límite su exploración del concepto de autoficción en el Temporada Alta

Un momento de la representación de Ostia

Un momento de la representación de Ostia / periodico

Manuel Pérez i Muñoz

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En oposición al actual 'boom' del teatro documento, Sergio Blanco trabaja con la ambigüedad de la mentira, con el viejo pacto de la ficción transformado en un espejo cóncavo. La pieza ‘Ostia’, presentada el sábado en el festival Temporada Alta, explica a nivel teórico y práctico el complejo equilibrio de la dramaturgia de este autor franco-uruguayo, un éxito internacional que ahora se expande por Catalunya a través de plazas fuertes como el TNC.

Definida como “instalación viva”, vemos en el escenario al autor y a su hermana, la actriz Roxana Blanco. Hacen de ellos mismos, los únicos intérpretes que pueden leer el texto según expreso deseo del autor. No sabemos si nos explican recuerdos o invenciones: a veces se afirma una cosa para negarla en la escena siguiente. Con la invocación de todos sus motivos fetiche y sus referencias cultas (de San Agustín a Caravaggio), Blanco nos propone un ejercicio de arqueología sentimental en paralelo a la historia de Ostia, puerto de esplendor de la Roma imperial y lugar señalado en la historia por el asesinato de Pasolini.

Se repite la misma estructura de otras conferencias escenificadas del autor como ‘Memento mori’, estrenada en la Beckett en octubre. Veinte escenas leídas, un formato rígido y monótono que se sustenta en la palabra apenas interpretada, la lectura de un texto que gira en espiral sobre los mismos motivos (muerte, incesto, droga, lo prohibido), pero fundamentalmente sobre la capacidad de ser y no ser al mismo tiempo en escena, la tesis de ese pacto de la mentira que Blanco propone en su concepto de autoficción. Al subir el propio autor a escena, al mezclar aún más persona y personaje, el juego se lleva al límite, una confusión de reflejos, una reverberación a dos voces cuyo eco sacude la noción de verdad y por el camino las fronteras expresivas de la escena de ficción.