LA HISTORIA DE UN PIONERO
Gay Mercader, nacido para pelear
El documental 'El gran mercader del rock'n'roll' recorre la trayectoria del promotor que en los años 70 abrió España a las giras de los grandes artistas incluyendo testimonios de amigos como Sting, Iggy Pop y Patti Smith
![Gay Mercader, fotografiado esta semana en Barcelona](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/470d4533-7726-46e2-a09f-2795b73cf584_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Gay Mercader, fotografiado esta semana en Barcelona / periodico
En cierto momento del documental vemos una vieja foto en blanco y negro con el niño Gay mirando al fotógrafo como diciéndole “¿y tú ahora qué quieres?”, temprano retrato psicológico que el Gay adulto reconoce: ya en su infancia, desliza, había comenzado a sospechar que “el mundo exigía pelearse”. Y así, batallando, pero también haciendo grandes amigos, experimentándolo todo y trabajando a tumba abierta se convertiría Gay Mercader en el hombre que abriría España al movimiento cultural más poderoso del siglo XX, la revolución del rock’n’roll, en directo y pillando a muchos de los iconos en su momento álgido.
Todo ello queda reflejado con detalle y destellos de humor seco, cómo si no tratándose de Gay, en el documental ‘El gran mercader del rock and roll’, de Montse Mompó y Pilar Ruiz Cruz, estrenado este viernes en el festival In-Edit y que se emitirá el 1 de diciembre en el espacio ‘Imprescindibles’, de La 2. Un recorrido por su vida que alterna destellos del pasado, de su crianza en un París ‘vip’ a su empleo juvenil en la tienda barcelonesa de Toni Miró (donde, según el diseñador, “aprendió a vender”), con la mirada a su presente, incluyendo la esfera más privada en su mansión del Gironès. Y las palabras amables de estrellas con las que arrastra décadas de complicidades: Sting, Iggy Pop, Patti Smith. Con otro indispensable colega, Keith Richards, no se pudo cerrar la participación porque estaba envuelto en una de sus giras con los Stones.
El rock’n’roll es jugársela
El documental nos habla de su tenacidad y de su ojo clínico. Le vemos en casa analizando en la pantalla del televisor el entregadísimo comportamiento del público en un concierto de AC/DC. Una grabación que vio docenas de veces durante varios días, hasta que se decidió a liarse la manta y cerrar no una sino dos noches del grupo en el Vicente Calderón (2015). “Me la jugué, pero vendí todas las entradas en un día. Esto es el rock’n’roll”, sentencia rematando la escena. No siempre salió tan bien: deja caer Mercader que se ha arruinado “cuatro veces como mínimo”. Aquí puede echar en falta un poco más de desarrollo. Renacer de tus cenizas una y otra vez requiere una peculiar consistencia.
Pero Gay Mercader ha dicho ‘no’ a varias ofertas de escribir un libro de memorias. ¿Por qué accedió, en cambio, a protagonizar un documental sobre su vida? “Por inconsciencia”, concede en conversación con este diario. “Porque no tenía ni idea del esfuerzo que suponía. Pensaba que se limitaría dar alguna entrevista”, asegura. La primera vez que vio el documental terminado sintió “vergüenza”, confiesa. “Porque yo no muestro mi intimidad así como así y pensé: ‘¿me habré abierto demasiado?’”. Ahora, más convencido, le complace que la película “no transmita una mirada de fan” y que “no sea hagiográfica”.
Idolatría a destiempo
Hay momentos de disfrutable mala uva en el metraje: cuando reprocha la repentina divinización de David Bowie en España justo después de su muerte. Un artista que raramente fue de masas en este país (en Madrid, su gira de 1997 acabó encontrando refugio en Aqualung, extinta sala con aforo para 2.000 personas). “¡Que os den! ¡Haber estado cuando había que estar!”, resopla. No nos olvidemos del simpático cartel que cuelga en los portalones de acceso a su casa: “olvídate del perro, cuidado con el dueño”.
En otro extremo, el Gay dulce que conservó su amistad con Patti Smith incluso en sus largos años de retiro, en los 80 y 90. Dice ella que le mandaba rosas por Sant Jordi. Tanto tiempo después, la vemos cogiéndole de la mano en el ‘backstage’ de Porta Ferrada, el pasado verano, horas antes de actuar y de sacarle al escenario. Ahí, fue el artista quien rindió homenaje al promotor, y no al revés. “Este es el hombre que me trajo por primera vez a España, en 1976”, explica al público. “¡Seguimos aquí!”.
Aunque el documental no pasa por alto las alusiones a su vida de “sexo, drogas y rock’n’roll” consumidos “en cantidades ingentes” (a las que añade un cuarto pilar: “el trabajo”), no hay recreación en el folclore ni en el morbo. Este es más bien el retrato de un tipo que ha ido a contracorriente, convencido de que en la vida debe haber normas para que él en concreto se las pueda saltar. El privilegio de quienes están destinados a altos logros. Gay Mercader, estrella del rock desde las bambalinas, a quien en una de las últimas escenas vemos visitando el barrio de París en el que creció y contemplando las casas burguesas desde el balcón vistiendo una impecable camiseta de los Ramones.
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