Una divertida experiencia permite descubrir el pintor que llevamos dentro

Pintar un cuadro puede resultar muy fácil si sabes cómo. Algunos pueden pensar que esta es una afirmación exagerada, no sienten que tengan la habilidad suficiente y creen que es un reto insuperable. Nada más lejos de la realidad. Todos podemos mostrar nuestras aptitudes en esta materia si alguien nos guía, nos conduce y sabe sacar el artista que llevamos dentro. A esto se dedican desde hace ya un par de años en el Arte Bar, un local pequeño pero muy coquetón que propone una tarde para pintar entre copas, un buen ambiente y llevarnos un maravilloso recuerdo en forma de lienzo que podremos colgar en nuestra habitación favorita.

Son tres horas de relajación, buen rollo y diversión donde descubriremos que no somos tan torpes como suponemos, seguramente podremos practicar nuestro inglés de “pa sucat amb oli”, conoceremos gente nueva y, después… ¿quién sabe? El maestro de ceremonias es Bruce, un californiano que, junto a su encantadora esposa, Alisa, regentaron durante diez años una escuela de arte en Los Ángeles. En el 2010 la vendieron y quisieron ver mundo. Se mudaron a Francia donde organizaron un campamento estival para adolescentes y llegaron a Catalunya en 2015. Su primera toma de contacto fue en Girona donde volvieron a enseñar a pintar a los chicos y en abril del 2017 se instalaron en Barcelona y montaron el Arte Bar.

Una propuesta de éxito

La propuesta ha sido muy bien acogida por los barceloneses (y también por los turistas) y les ha obligado a ampliar días (ahora solo cierran los lunes y cuando tienen un evento privado contratado) y plantilla. A esta pequeña familia se han incorporado dos jóvenes pintores que también se han establecido en nuestra ciudad. Se trata del neozelandés James Ormiston y el británico Joe Bezer. Les sigue ayudando una chica, Nonna (que parece que sea su hija porque es tan amable como ellos, pero no, es una joven armenia). Son muy buena gente, very friendly, que dirían ellos y te hacen pasar un rato entretenido y sentirte siempre bien atendido.

Al llegar a su pequeño local en la calle Roger de Flor compruebas que todo está listo para la acción. Una veintena de lienzos preparados sobre las mesas, una paleta con seis colores básicos que posteriormente combinaremos, cuatro pinceles de diferente grosor y unos vasos con agua para limpiarlos. Y en la silla, la indispensable bata para no mancharnos. Para completar el cóctel se ofrecen botellas de vino (a 5 euros, se pueden compartir) o cervezas (a un euro), aunque también te lo puedes traer de casa (nadie te lo reprochará) mientras suena una música en la radio. Que no nos falte de nada.

Las instrucciones paso por paso

Bruce da la bienvenida a los asistentes (según el público que tenga cada noche combina el inglés con su divertido castellano chapurreado) y nos indica que se trata de una noche para disfrutar y jugar con los colores. Nos enseña el cuadro que dibujaremos esa noche y piensas que no eres muy experto en la materia y caes en aquello de  “yo no seré capaz de hacerlo”. Mejor que le demos un poco de tiempo y ya veremos… El brindis inicial entre los asistentes es como el punto de partida de este apasionante viaje.

A continuación nos explicará paso a paso cómo hacer cada uno de los detalles pero, insiste, es una pintura libre, cada uno puede (y debe) darle su toque diferente, no ha de ser una copia del suyo. Advierte que lo haremos por capas y que si queremos cambiar algo podemos utilizar el secador que tenemos a nuestras espaldas y, en un par de minutos, secar la pintura y corregirlo. Nos enseña cómo mezclar los colores y utilizar los pinceles en distintas direcciones y empezamos…

Unos minutos para relacionarse

Seguimos sus instrucciones y, a mitad de la noche, se hace un pequeño descanso con un pica pica, en el que los pintores comparten sus experiencias hasta el momento. Es la oportunidad para conocer gente. En su mayoría son angloparlantes (sobre todo, en los meses de verano) y casi siempre se trata de parejas y chicas jóvenes (aunque también hay alguna que otra veterana que parece atesorar bastante experiencia). Los hombres son minoría o meros acompañantes. Tomad nota, singles de Barcelona.

Tras tres intensas horas, el resultado ya está frente a nuestros ojos y descubrimos con gran sorpresa que no lo hemos hecho tan mal, incluso bastante bien. Miramos lo que han hecho nuestros compañeros de fatigas y comprobamos que no hay dos cuadros iguales, ni siquiera parecidos. Cada uno ha utilizado las formas y colores a su manera y le ha dado su toque personal. Como si fuera un examen, nos advierten de que nos quedan 10 minutos que dedicaremos a perfeccionar nuestra obra (aunque si alguien se quiere entretener un poco más, no hay problema).

Para finalizar se firma el cuadro y se hacen unas fotos y un vídeo que luego podremos ver en su página. Todo ello entre continuas sonrisas. Y acabamos dedicándole un cariñoso aplauso a nuestros guías que nos han llevado por el camino del arte casi sin que nos diéramos cuenta. Ahora solo falta llevarnos nuestra obra a casa y situarla en un lugar privilegiado para que nuestra familia y amigos descubran que tienen al futuro Dalí más cerca de lo que pensaban.

Puedes hacer un cuadro de tu mascota

El diseño que se pinta cambia diariamente aunque se repiten con regularidad. Para saber qué cuadro es el escogido para un día concreto se puede consultar en la agenda de su web (artebar.es). Hoy, por ejemplo, toca pintar las olas de una playa, pero en las próximas jornadas los temas son el espacio, la Luna, la Toscana, amapolas, girasoles, una ballena azul, unas palmeras o las flores de un cerezo. Hay días especiales para aprender a pintar un lienzo con tu mascota como modelo. También se puede contratar como un evento privado, de empresa o como una fiesta de cumpleaños.

Su nuevo proyecto consiste en convertir el local, además, en una sala de exposiciones. Hasta ahora, sus paredes están ocupadas por los cuadros que sirven de ejemplo a los aprendices. A partir de finales de septiembre ese espacio se llenará con obras de Joe Bezer, retratos de gran tamaño con mucho colorido, y, posteriormente, con pinturas del propio Bruce u otros artistas. Un pequeño rincón donde podemos sentir el arte en su máxima expresión, la de los soñadores, conocer gente divertida y descubrir que quizás tenemos más destreza y talento del que pensábamos. Esto sí que es arte.