CRÓNICA DE MÚSICA

Jordi Savall y el Beethoven más hermoso

El maestro catalán revista las Sinfonías del genio de Bonn en el Auditori

Concierto de Jordi Savall en el Auditori, el viernes 7 de junio

Concierto de Jordi Savall en el Auditori, el viernes 7 de junio / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

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Beethoven con instrumentos de época. La idea no es nueva, incluso en Barcelona, donde algunas de sus sinfonías se han escuchado en interpretaciones con criterios históricos (incluso en algún festival de Música Antigua), pero que una estrella como Jordi Savall trabaje sobre la integral de estas piezas es un acontecimiento; la idea nació en el maestro cuando en 1994 grabó la ‘Tercera’. El proyecto –en torno al 250º aniversario del nacimiento del compositor– contará con diversas academias en las que jóvenes intérpretes comparten responsabilidad con los virtuosos de Le Concert des Nations con el objetivo de quitar de estas obras maestras las pátinas adquiridas en dos siglos de interpretaciones y de innovaciones en la organología para volver a los 'tempi', articulación, dinámica y tímbrica originales.

La revisión de esta integral se realizará en cuatro conciertos que se completarán la temporada 2020-21, cruzada que comenzó el viernes con la ‘Primera Sinfonía en Do mayor, Op. 21’ (de 1801), la ‘Segunda Sinfonía, en Re mayor, Op. 36’ (1803) y la ‘Cuarta Sinfonía en Si bemol mayor, Op. 60’ (1806), dejando la revolucionaria ‘Tercera Sinfonía, Heroica’, para otro programa debido a su duración. Las tres piezas seleccionadas, de estructura más arcaica y apegadas al clasicismo, mostraron una inusitada belleza, con un sonido de calidez extrema, con las voces muy trabajadas y una espléndida compenetración entre los intérpretes consiguiendo una acción de conjunto impecable, hermosos colores y una tímbrica sin duda aterciopelada.

El homogéneo sonido solo penalizó la madera en determinados momentos, como en el primer movimiento de la ‘Segunda’, donde tienen tanto protagonismo. El fraseo, elegante, convenció casi siempre, y Savall no dudó en imponer ‘tempi’ rapidísimos cuando convenía, como esas partes conclusivas a toda máquina sin desarmar nunca la arquitectura. De los solistas, cabe destacar la excelencia del concertino, Jakob Lehmann, y el fraseo encantador del clarinete de Francesco Spendolini.