Sergio Caballero, del Sónar a Cannes en 22 minutos

Sergio Caballero está familiarizado con los grandes festivales; de hecho, es cofundador y codirector de uno, el Sónar, que no tiene rival en todo el mundo en el ámbito de las músicas avanzadas. Pero eso no impide que viva su primera participación en Cannes con ilusión de principiante. “Es un certamen donde se valoran especialmente las propuestas artísticas que se alejan de las narrativas tradicionales, así que es magnífico poder enseñar aquí la película”. Se refiere a su cuarto trabajo cinematográfico, 'Je te tiens', un corto de 22 minutos con el que compite en la Quincena de los Realizadores, y que ideó mientras preparaba la campaña de imagen de la 26ª edición del Sónar, que se celebra en Barcelona en unas semanas.

La premisa de la película es sencilla: una madre y una hija, encarnadas por Ángela Molina y Virginia Rousse, avanzan en coche a través de una sucesión de paisajes imposibles, y conversan sobre asuntos como la maternidad y el suicidio. “Me interesaba explorar eso que Camus planteaba en 'El mito de Sísifo', sobre si la vida realmente merece ser vivida y sobre quiñen tiene la potestad para decidirlo. También quise explorar una relación maternofilial, quizá porque el hecho de haber sido padre me invita a reflexionar sobre cosas que antes no me planteaba”.

Je Te Tiens, pues, representa la primera incursión real de Caballero en el cine narrativo, después de una sucesión de obras puramente experimentales que empezó con el largo 'Finisterrae' (2010), gracias al que obtuvo el premio a la Mejor Película en el Festival de Rotterdam. “Tenía ganas de hacer un drama, y de afrontar el reto de trabajar con una actriz profesional”, asegura el barcelonés. Asimismo, el corto rinde homenaje al cine negro clásico, tomando de él la técnica de la retroproyección, “y recrea espacios extraños usando elementos tan dispares como figuras de cerámica o fideos chinos comprados en el súper”.

En otras palabras, añade Caballero, 'Je te tiens' es una obra que en cualquier caso deja las puertas abiertas a la interpretación del espectador. “¿Es que todas las películas tienen que explicar algo? Me parece ridículo. Después de todo, en el mundo de la pintura nadie no todo son cuadros, sino que hay espacio para la abstracción. Yo hago cine para proponer mundos, y para invitar al público a que se deje arrastrar hacia ellos”.