CRÓNICA

Massive Attack, magia y apocalipsis en el Sant Jordi Club

El grupo británico reconstruyó con alta definición el imaginario de su clásico disco 'Mezzanine', de 1998, con las selectas voces de Horace Andy y la excantante de Cocteau Twins, Elizabeth Fraser

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Jordi Bianciotto

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Massive Attack: ¿el grupo más holgazán de la música popular contemporánea? Cinco discos en tres décadas, espectáculos de reciclaje vendidos como si fueran novedades, y ahora, una gira de 'revival' en honor a su tercer trabajo, el más vendido, 'Mezzanine'. Obra bisagra que en su día trazó el puente entre la voluptuosidad del trip-hop, concepto ya masacrado en 1998 por el uso y el abuso, y un horizonte más cargado de guitarras y sonoridades rock de vanguardia.

Presumiendo de ese legado ha salido de gira Massive Attack, acogiéndose a un cumpleaños impar (el 21º) y construyendo un concierto que, como vimos este sábado en el Sant Jordi Club, responde a la intención de recoger de un modo completo el universo e influencias que el entonces trío (uno de los miembros originales, Mushroom, se dio de baja poco después tras disentir del alejamiento del imaginario hip-hop) manejó en el proceso de confección de 'Mezzanine'. Así, el repertorio, además de recorrer el disco en su integridad, no se completó con piezas de otros trabajos sino con versiones de canciones inspiradoras. ¿Un concierto de Massive Attack sin 'Safe from harm' ni 'Unfinished sympathy'? Sí, y puestos en situación, no las echamos de menos.

Eslóganes paródicos

Su banda sonora en aquel tiempo era marcadamente pos-punk: en las entrevistas hablaban de Gang of Four, Wire, The Pop Group… Ahí cabe encajar 'I found a reason', de The Velvet Underground (inspiración proto-punk, en este caso), punto de anclaje de la noche, que desembocó en el ritmo apaisado y los graves de 'Risingson'. Principio de una inmersión en 'Mezzanine' expandida por un elaborado montaje de vídeo que combinó su conocida parodia del 'agit-prop' con imágenes acusatorias del actual orden mundial.

Massive Attack, conjugando la sensualidad, un cierto efectismo intelectual y la sacudida física de las guitarras en '10:15 Saturday night' (The Cure) y 'Bela Lugosi’s dead' (Bauhaus), y abriendo claros entre el apocalipsis para las selectas voces invitadas. Insustituible Horace Andy en ‘Man next door’ y el giro jamaicano de 'See a man's face', con una voz que conecta con capas ancestrales de nuestra conciencia y para la que no pasa el tiempo.

Invitada de excepción

Y la nota de lujo de esta gira, toda una Elizabeth Fraser, excantante de Cocteau Twins, carísima de ver en un escenario, deslizando su presencia vaporosa en 'Black milk' y transmitiendo una melancolía angelical en la pieza folk 'Where have all the flowers gone?', de Pete Seeger, en contraste con las imágenes de homicidios callejeros, tanques, un grotesco Trump. La oxicodona, analgésico opioide, como medio para leer la realidad sin morir en el intento. Massive Attack también fue siempre de drogas, de ensoñación y de mirar al maligno a través de una lente deformada.

Las guitarras se hicieron más gruesas en 'Inertia creeps' y Elizabeth Fraser rubricó la noche con el minimalismo mágico de 'Teardrop' (inspirado en el deceso de su amigo Jeff Buckley) y la larga y misteriosa 'Group four', en torno al vigilante nocturno que se debate entre su obligación ordinaria y la liberación de su mente. Una transición hacia la aparatosidad rock muy significativa de aquel momento de cambio para Massive Attack, cuando parecían determinados a avanzar en una dirección que acabaría dando pocos y contados frutos. Por cierto, ¿para cuándo un nuevo disco?