CRÍTICA DE CINE

'Millennium: lo que no te mata te hace más fuerte': una Lisbeth Salander de marca blanca

Más allá de ser un 'thriller' efectivo, esta nueva entrega de 'Millennium' ha abandonado la dimensión feminista de su protagonista para convertirla en un mero remedo de James Bond o Jason Bourne

Nando Salvà

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La última vez que vimos en pantalla a la 'hacker' justiciera Lisbeth Salander, se dedicaba a resolver asesinatos en serie y a vengarse de machos maltratadores. Ahora, en cambio, la tercera versión del personaje en ocho años trata de salvar al mundo del desastre nuclear. Y eso no es lo único que aquí no encaja: el socio de Salander, Mikael Blomkvist, ha quedado reducido a la condición de florero. Para explicar la incongruencia quizá baste recordar que esta es la primera de las entregas de la saga que no se basa en una novela de Stieg Larsson.

Sea como sea, la nueva película es un 'thriller' sin duda efectivo. Curtido filmando cine de terror del bueno -el 'remake' 'Posesión infernal' (2013), 'No respires' (2016)-, el uruguayo Fede Álvarez orquesta una serie de persecuciones, peleas y tiroteos lo suficientemente rápidos como para que los boquetes argumentales ni se noten. El problema es que, mientras tanto, no presta ninguna atención a lo que 'Millennium' solía privilegiar. Aquí no hay atmósfera ni violencia ni carga sexual; y, peor aún, esta Salander carece de la hondura psicológica que en su día la distinguió de cualquier otro tipo de detective o agente secreto.

En ese sentido, no está de más recordar que, en su formato original, esta antiheroina funcionaba como brutal ataque a una sociedad terriblemente misógino; y por tanto resulta desconcertante que la saga haya abandonado esa dimensión feminista precisamente ahora que el tema permea el 'zeitgeist', y que en cambio haya decidido convertir a su protagonista en un mero remedo de Bond o Bourne. En última instancia, el personaje y la película que lo contiene aquejan el mismo problema: el exterior es vistoso, pero en el interior no hay nada.