crónica

Camera Musicae, entusiasmo contagioso

El conjunto tarraconense inauguró su temporada y presentó su fundación en el Palau

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Pablo Melèndez-Haddad

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La velada era especial, no solo porque se trataba del concierto inaugural de la temporada de la orquesta privada Camera Musicae, sino porque además se presentaba la fundación del conjunto tarraconense, entidad que nace con la ambición de llevar "el poder de la música a personas con discapacidad", según se explicó. Las dos obras del programa, además, incidían en el poder de sanación de este arte, ya que ambas "ayudaron a sus autores a superar depresiones". Con estas directrices se pudo escuchar a una orquesta madura y cohesionada, de sonido denso y profundo, con una cuerda grave muy expresiva y con la juventud, el talento y el entusiasmo de sus profesores como principal activo.

Alexander Melnikov demostró pasión y virtuosismo a partes iguales en el imposible 'Segundo concierto para piano y orquesta' de Rajmaninof que abrió el programa, rematando la faena con una demostración de fuerza expresiva y genialidad. Una cuerda aguda pulida, una madera de sonido claro, un metal casi siempre brillante y tres percusionistas que disfrutaban de lo lindo acabaron de redondear la entrega. El popular y romántico segundo movimiento se interpretó de forma inspirada, pero sin caer en excesos.

Pero si de repertorio popular se trata, ahí estaban los 'Cuadros de una exposición' de Musorgsky en la célebre orquestación de Ravel que puso a prueba a los casi 80 jóvenes músicos reclutados para la ocasión. El director, Tomàs Grau, apostó por versiones equilibradas, sin prisas pero sin dormirse. Y si en Rajmaninof estuvo siempre pendiente de las sonoridades del solista, en Musorgsky tendió a tiempos ágiles sin perder expresividad. Se trató de un gran concierto que casi llenó la sala (y no de turistas) y que supo ofrecer un programa atractivo y desgranarlo con sensibilidad y carácter, pero siempre con rigor.