atracción perturbadora

Un recorrido por el canibalismo cinematográfico

El cine se ha sentido fascinado por la antropofagia desde sus inicios: el futuro director de 'King Kong' filmó en 1922 imágenes de caníbales en los mares del sur

Quim Casas

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En septiembre de 1922, el velero del explorador y millonario Edward A. Salisbury zarpó desde San Francisco en dirección a las islas Fiyi y Salomón. En el bajel, equipado con cámaras y cuartos oscuros para el revelado de película, estaba Merian C. Cooper. Una década antes de idear 'King Kong' (1933), Cooper filmó imágenes de las tribus de caníbales y cazadores de cabezas que habitaban en aquellas islas del sur.

Salisbury produjo varios filmes de cuadernos de viajes, condensados en 'Gow the Killer' (1931). En esta película aparecen por primera vez, filmados con teleobjetivo por obvias cuestiones de seguridad, rituales caníbales. El filme comienza con el rótulo "destruye sus víctimas humanas ¡pero salva sus cabezas!", y termina en el lugar donde los indígenas guardan las cabezas de sus víctimas. Cooper y otros operadores de Salisbury capturaron las primeras imágenes de los caníbales de los mares del sur. Después, los antropófagos se convertirían en carne de cine 'exploit', pero también en protagonistas del cine de terror, documentos de hechos reales y aproximaciones más autorales.

Espectáculo italiano

El canibalismo 'exótico' comenzó con 'Este perro mundo' (1962), el documental tremendista de Cavana, Jacopetti y Prosperi que recogía ritos variados en distintas partes del mundo. 'Holocausto caníbal' (1980), de Ruggero Deodato, tomó el testigo con su mezcla de gore y falso documental en la selva amazónica. En aquellos años, el cine italiano de consumo convirtió el canibalismo en un espectáculo: 'La montaña del dios caníbal' (1978) y 'Comidos vivos' (1980).

Con una perspectiva bien distinta, Rainer Werner Fassbinder produjo 'La ternura de los lobos' (1973), hierática recreación a cargo de Ulli Lommel de la historia de Fritz Haarmann, quien durante la República de Weimar sedujo, violó y mordió en el cuello a una treintena de adolescentes, descuartizándolos después y consumiendo y vendiendo su carne como chuletas de ternera o cordero.

Frank Marshall recreó en '¡Viven!' (1993) la experiencia de los miembros del equipo nacional de rugby de Uruguay cuyo avión se estrelló en la cordillera de los Andes y sobrevivieron nutriéndose de sus compañeros muertos; más sobria que la producción mexicana sobre el mismo tema, 'Supervivientes de Los Andes' (1976), del ínclito René Cardona Jr. El consumo de carne humana daría pie a una obra maestra del cine distópico, 'Cuando el destino nos alcance' (1973), de Richard Fleischer, en la que la hambruna del futuro se combate con un alimento reciclado de los cadáveres.

Realismo

El canibalismo ha sido observado desde premisas más realistas. 'Ravenous' (1999), de Antonia Bird, asume un enfoque antropológico al relatar la historia de unos colonos sorprendidos por una avalancha en 1847. 'Trouble every day' (2001), de Claire Denis, narra una historia límite ente dos comedores de carne humana, Vincent Gallo y Béatrice Dalle, con banda sonora de Tindersticks. 'Caníbal' (2013), de Manuel Martín Cuenca, ofrece el retrato sobrio de un sastre granadino (Antonio de la Torre) que se alimenta de mujeres. Y 'Crudo' (2016), de Julia Ducornau, narra la historia de una adolescente de familia vegetariana que descubre el placer de la carne.

El cine de género también le ha sacado partido al tema. Uno de los últimos ejemplos es el western 'Bone tomahawk' (2015), de S. Craig Zahler, con la escabrosa parte ambientada en las grutas de unos indios caníbales. En 'El infierno verde' (2013), Eli Roth enfrenta con mala baba a unos ecologistas neoyorquinos con unos antropófagos en Perú. 'Sweeney Todd' (2007), de Tim Burton, adapta el musical de Stephen Sondheim sobre el barbero que fabrica pasteles de carne con sus víctimas degolladas.

Musicales

Hasta hay otro musical, 'Cannibal! The Musical' (1993), realizado por Trey Parker, uno de los creadores de 'South Park', y una deliciosa comedia negra de Paul Bartel, '¿Y si nos comemos a Raúl?' (1982), con un matrimonio que elimina pervertidos y se los zampa. Sin olvidar a Hannibal Lecter, sobre todo en la secuencia de 'Hannibal' (2001), de Ridley Scott, en la que se dispone a cocinar los sesos de Ray Liotta.