CRÍTICA
Javier García Rodríguez: escribir en el aire
Con el volumen de cuentos 'La mano izquierda es la que mata', el autor es candidato a autor de uno de los libros del año
Ricardo Baixeras
Crítico literario
Doctor en Humanidades (Teoría de la Literatura y Literatura Comparada). Autor de 'Tres tristes tigres y la poética de Guillermo Cabrera Infante' (Universidad de Valladolid)
Ricardo Baixeras
Les puedo contar algo supuestamente divertido que tal vez ya sepan. Javier García Rodríguez (Valladolid, 1965) a veces es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo; a veces, agitador –literalmente- cultural; otras, poeta; en ocasiones, ensayista: lean, si no, sus dos recientes libros: 'Literatura con paradiña: hacia una crítica de la razón crítica' y 'En realidad, ficciones'. Textos e imágenes en la ficción contemporánea: narrar y cómo. Pero cuando se pone a contar cuentos como en 'La mano izquierda es la que mata' se transforma en un totum revolutum capaz de ver señales ahí donde no las hay.
¿Cómo entender si no que pueda convertir en literatura elevada a la máxima potencia el aburridísimo estilo de los jueces en 'Hechos probados'?¿O que la declaración de un niño sin amigos en 'El Mundo' en 'Hace dos meses que nadie habla conmigo' mude en una historia violenta y tristísima a la par, eterna siempre? ¿Cómo explicar que en 'Rehabilitación' asistamos tan de cerca a una llamada al 112, oyendo casi cómo se para el corazón? ¿Cómo les puedo decir que a los sesudos intentos académicos por explicar la literatura (y la vida) de David Foster Wallace habrá que sumar el cuento 'El hombre que mató a Liberty (Foster) Wallace o el suicidio como técnica narrativa'?¿Cómo decirles que 'Yo tuve un hermano' es un cuento perfecto porque el giro, la insinuación, la conjetura, el indicio como sustento de la ficción sostiene un relato como “una trampa, un laberinto, una pesadilla, un reto, una yincana verbal, un concurso, una selva, un delirio, una prueba de paciencia lectora”? ¿Cómo explicarles que 'Cuento de Navidad' se inicia como un comentario nada secreto e imposible a Borges en una subordinada de dos páginas y media en la que nunca falta ni sobra el aire?
Si les digo que este escritor cuando se pone a tejer y destejer el manto de la cotidianidad ve el mundo mal, lo ve torcido, si les cuento que escribe en el aire, si les digo que tiene metido hasta el tuétano del hueso el veneno de la ficción no me creerán. Pero este libro les convencerá de que hay escritores, pocos, que cuando cuentan el mundo que les rodea lo hacen obsesivamente, a todo o nada, a muerte. Venga lo que venga ya tengo el primer título para uno de los libros del año.
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