EN CALDES D'ESTRAC

Barceló visto por Barceló

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Natàlia Farré

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En 1996, Josep Palau i Fabre (1917-2008) se fue a Artà (Mallorca) a conocer a Miquel Barceló y visitar su taller de cerámica. Le fascinaba la capacidad creativa del artista, así como su facilidad para la experimentación. La conexión entre ambos creadores fue instantánea, aunque algo debió de ayudar a la distensión la iniciación del poeta en el consumo de marihuana. Sí, Palau, con 80 años, no le hizo ascos al porro que le ofrecían y entre calada y calada ambos creadores hablaron de Antonin Artaud, que además de darle al peyote fue un trovador del agrado de los dos. Y de Picasso, otra figura admirada por ambos. De manera que del encuentro nació una amistad; el descubrimiento por parte de Barceló de la poesía "admirable, nueva, fresca" de Palau, y el deseo de Palau de exponer a Barceló en su fundación. Se lo pidió en diversas ocasiones pero la apretada agenda del mallorquín lo hizo siempre imposible. Hasta ahora.

'Els Grius' (2003), regalo de Barceló a Palau i Fabre. 

En el centenario del nacimiento del poeta, el artista ha desplegado toda su generosidad: ha realizado el logo del Any Palau y ha prestado 68 piezas, hasta septiembre, que han llegado a la Fundació Palau directamente de su colección particular, la que custodia en el estudio de París. Hay una más, un regalo que el pintor realizó al poeta en el 2003 cuando Palau, viendo que la muestra no llegaba nunca, decidió comprarle cinco obras y Barceló le correspondió con el obsequio de una acuarela dedicada. La selección la ha hecho el propio artista y cuenta con piezas de tres décadas: desde el 94, la más antigua, hasta un cuaderno aún por terminar, y reúne diferentes técnicas y temáticas, incluso algunos retratos realizados con lejía poco o nada vistos por estos lares.

"Ambos creadores se conocieron fumando un porro y disertando sobre Artaud y Picasso"

No en vano la última exposición de Barceló en Catalunya fue en el 2010. Así que un paseo hasta Caldes d’Estrac, sede de la fundación, se antoja casi obligado. Obligado porque ocho años sin una exposición de uno de los artistas más internacionales del país es mucho tiempo y porque la muestra es un pequeño compendio del universo del pintor. Evocador para sus seguidores y revelador para quienes ignoran su trabajo. "Quienes no conocen a Barceló pueden hacerse una idea muy clara de su particular mundo creativo y de las técnicas que utiliza, además de la gran expresividad que muestra en sus obras y también de su intuición artística". Palabra de Maria Choya, directora del centro.

Desbordante anhelo creativo

El porqué del título tiene mucho que ver con los dos creadores. 'Pregon desig', escogido por Barceló, además de ser el final, invertido, de un poema de Palau, evidencia las muchas ganas que siempre expresó el poeta por la muestra y el desbordante anhelo creativo que pintor y escritor compartieron. 'Tinc fam, molta fam' escribió Palau, que no es más que la expresión del deseo de crear: "Ambos se reconocen en esta intensa necesidad", apunta Choya. Algo que también les liga con Picasso, otro nexo entre Palau y Barceló. El primero dedicó buena parte de su vida a su estudio; para el segundo es un referente a emular. 'Pregon desig', además, sugiere uno de los muchos universos de Barceló: las profundidades marinas. El pintor es un gran aficionado al submarinismo y a retratar todo lo que esconde el fondo del océano. De ahí el gran pulpo que abre la exposición.

'Aubergines 4' (2009), pieza realizada con termitas.

Un animal que admira profundamente por su gran memoria y con el que el mallorquín se identifica. El expuesto, además, tiene la característica de haber sido pintado con las dos manos con la idea de utilizar los dos hemisferios, y de haber sido realizado como experimento de descompresión mientras realizaba la cúpula de la ONU. A partir de ahí la exposición despliega todos los universos Barceló. El de la experimentación con termitas. Esas obras llenas de materia: múltiples capas papel que el artista pone al alcance de estos insectos para que participen en la obra, luego la interviene, y lo mismo salen bodegones que paisajes de Malí. Y el de la experimentación con lejía, unos retratos que nadie sabe cómo elabora pero cuyo resultado es, como poco, inquietante.

La temática de las obras escogidas también es rica y variada. Están los autorretratos, omnipresentes en toda la trayectoria de Barceló: dos inéditos y uno múltiple con la peculiaridad de incluir oro, material poco usado por el pintor. Malí, con unas inmensas y coloridas acuarelas de apuntes al natural, y los esbozos que hace para su madre: Barceló dibuja y su progenitora los borda, para el artista son creaciones de doble autoría. El final queda reservado para el erotismo, otro punto que Barceló y Palau compartían al incluirlo en sus obras. Tres grabados, de los más explícitos, de la serie 'Pornográfica' de la serie 'Lanzarote' (amplia en temas y piezas) cierran la exposición. Una muestra que Barceló todavía no ha visto (está trabajando en Tailandia), pero que verá. Pues sabido es que al artista le gusta ver todos sus proyectos. Se le espera en verano.