CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Aniquilación': vértigo existencial

Alex Garland adapta libremente el best-seller de Jeff VanderMeer en un angustioso cruce de ciencia ficción y terror que merecía verse en salas

Un fotograma de 'Aniquilación', de Alex Garland

Un fotograma de 'Aniquilación', de Alex Garland

Juan Manuel Freire

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¿Cuál es el futuro para las películas de cierta envergadura presupuestaria y también filosófica? El caso de 'Aniquilación' hace que parezca incierto, por no decir imposible. Hace unos meses, Paramount se quitó de encima el trabajo de estrenar el filme de Alex Garland fuera de Norteamérica (y el potente mercado chino) cediendo los derechos internacionales a Netflix. Señal preocupante de los tiempos: este lunes, día 12, una película protagonizada por Natalie Portman, dirigida por el autor de un éxito sorpresa como 'Ex machina', y escrita por él mismo a partir de un best-seller de la ciencia ficción, llegará a muchísimos países sin haber pasado previamente por sus salas comerciales.

Según las informaciones, los temores financieros comenzaron cuando David Ellison, presidente de Skydance Productions, quedó trastornado por un pase de prueba y aseguró que la película iba a ser demasiado "intelectual" y "complicada" para conectar con el gran público. Ellison propuso cambios que no admitieron ni el coproductor Scott Rudin ni Alex Garland, quienes tenían potestad sobre el montaje final. ¿"Demasiado intelectual", hemos dicho? Alguien no leyó el libro original antes de apostar por el proyecto, o habría sabido dónde se metía.

Con la primera parte de su trilogía Southern Reach, Jeff VanderMeer urdió una obra profundamente original e inquietante, escrita con depuración casi poética, sobre la duodécima expedición en adentrarse en un extraño paisaje donde las leyes físicas no funcionan como en nuestro mundo. Los miembros de la anterior expedición volvieron raros y acabaron muriendo de cáncer. Otros ni siquiera volvieron. Pero la bióloga protagonista decide probar suerte en el abismo porque, en ese momento de su vida, tampoco tiene demasiado a lo que asirse. VanderMeer nos lleva de doble expedición: hacia la utopía refractada del Área X y hacia el espacio interior de la bióloga.

Alex Garland parecía la persona ideal para la adaptación, porque en todos sus guiones (de '28 días después' a 'Ex machina', pasando por la adaptación de 'Nunca me abandones') ha mostrado igual interés por 'high concept' y sutileza psicológica. Quién sabe si por el sentido de la responsabilidad que conlleva manejar un presupuesto de 40 millones de dólares, Garland ha limado bastantes de los riesgos de la novela: los personajes, ahora, tienen nombres y apellidos; se adjudican pasados o motivaciones bastante claras a todos ellos; en reglas generales, aquello que en las páginas originales es misterio se explica o articula en la película de manera transparente.

Son males menores que, conforme avanza la acción, al ritmo de la descomposición física y psicológica de los personajes, acaban desapareciendo. El tramo inicial de la misión es casi contemplativo, pero a la vez siempre tenso, muy tenso, en parte gracias al exquisito trabajo a nivel sonoro (de nuevo, Geoff Barrow y Ben Salisbury proponen un 'score' alejado del cliché). Crepúsculos psicodélicos y mutaciones animales de rara belleza se alternan con irrupciones violentas, sacudidas de terror corporal. En realidad incluso las flores son aquí fuente de preocupación: demasiado exuberantes, demasiados colores que nuestros ojos no conocían.

Pero el verdadero alucine llega con la media hora final: un largo clímax de desorientación y vértigo existencial que traza conexiones visuales con un clásico del género 'mindfuck' como 'Un viaje alucinante al fondo de la mente', de Ken Russell, y reivindica, queriendo o sin querer, la maravillosa 'Under the skin' de Jonathan Glazer. Esta, una historia sobre lo que significa ser humano, como todas las que Garland ha escrito para el cine desde '28 días después'.