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Josep Carner en un país sin memoria

Carles Casajuana ficciona el fugaz retorno del poeta en abril de 1970, justo antes de su muerte

Llegada del poeta Josep Carner a Barcelona, el año 1970.

Llegada del poeta Josep Carner a Barcelona, el año 1970. / periodico

Ernest Alós / Barcelona

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En abril de 1970, Josep Carner, el ‘príncep dels poetes’, llega a Barcelona, después de tres décadas de exilio y de medio siglo de no vivir de forma permanente en Catalunya. Personalidades de la cultura catalana como el poeta Marià Manent y el secretario del Institut d’Estudis Catalans Ramon Aramon lo reciben en el aeropuerto del Prat. Pero el viaje que debía culminar con el poeta públicamente laureado acaba siendo un fracaso, que Carles Casajuana convierte en el centro de su última novela, ‘Retorn’ (Columna). Carner, que moriría ese mismo mes de junio, sufría una demencia senil avanzada. Y los planes de que recibiese el segundo Premi d’Honor de les Lletres Catalanes se fueron al traste cuando el jurado prefirió a Joan Oliver, Pere Quart.  

“Carner regresaba a un mundo que era muy diferente a aquel en el que había vivido; él regresaba sin memoria pero Catalunya tenía aún menos que él. Catalunya estaba dominada por el movimiento antifranquista, los jóvenes no se preocupaban de la cultura catalana de los años 20”, opina Casajuana. “Se fue sin que ni las moscas lo supiesen, sin pena ni gloria”, concluye.

Que una persona sin memoria regrese del exilio tiene, dice Casajuana, “muchas posibilidades literarias” pero supone una complicación para el escritor. Los diálogos de un Carner abstraído, que súbitamente se alegra cuando reconoce el Liceu, que se sorprende de repente de estar en Barcelona si Franco aún no ha muerto, que va lanzando juegos de palabras no siempre con sentido o observaciones sobre el movimiento de las ramas de los árboles (y en cuya construcción como personaje también ha contribuido la experiencia familiar de Casajuana) han sido elaborados "a partir de correspondencia, dietarios, poemas, referencias de terceros que recogían frases suyas, materiales recogidos por Marià Manent o Jaume Subirana…"

El hecho de que Carner no recibiese el Premi d’Honor no llegó a convertirse en un ‘caso Carner’ similar al ‘caso Pla’. Pero no dejó de ser un momento duro. “Daban medio millón de pesetas, que entonces era un dineral y con el que seguramente contaban para quedarse aquí. En un volumen de correspondencia de Tarradellas dice que le prometieron el premio y que se lo negaron. No lo sabremos nunca”, dice Casajuana, que considera que la reticencia no fue ideológica como en el caso de Pla -“Carner era republicano, era inobjetable, se mantuvo en el exilio, fue miembro del Gobierno de la Generalitat en el exilio y no lo fue del de la república porque no quiso él”- sino signo de los tiempos. 

"En un momento de cultura militante no se podía poner a Carner en lo más alto del canon"

“En un momento de cultura militante no se podía poner a Carner en lo más alto del canon. Pere Quart era muy popular, muy  leído, hacía una poesía que tenía la misión, a través de la sátira, de demoler el sistema político”, considera. Por no hablar del Salvador Espriu que se opuso abiertamente al regreso de Carner. “Joan Triadú es quizás quien más contribuyó a rebajar el papel de Carner, de toda una generación es quien más se significó; más tarde, gracias a la labor por ejemplo de Salvador Oliva, Jordi Cornudella, Jaume Subirana, Jaume Coll, se ha situado a Carner en su lugar. Carner –concluye Casajuana- en la poesía catalana es Mozart”.                    

Sin embargo, aparte de la peripecia de Carner, y del desfile de personajes de la cultura catalana del momento, con sus peculiaridades y miserias, el autor de ‘Retorn’ recuerda que el libro ”también es una novela de un joven que se ocupa de un señor mayor, sobre los estragos de la edad, sobre la demencia senil, sobre el reconocimiento del escritor, y qué le debe la sociedad”. El coprotagonista de ‘Retorn’ es un joven estudiante que debe de hacerle de guía, y su entorno de amigos para quienes Carner es una antigualla. “La única manera de entender el fracaso del viaje era ponerlo en el contexto, en el que se había producido un cambio de costumbres”. 

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