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Los mundos de Moisès Villèlia

El llamado Calder catalán expone, en el Espai Volart, una treintena de sus poéticas telas de araña y sus reconocidas piezas de bambú

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NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Conocido por sus esculturas de bambú y también como el Calder catalán, Moisès Villèlia (Barcelona, 1928-1994) fue mucho más. Fue literato, diseñador industrial escenógrafo, pintor  y por supuesto escultor. Escultor de figuras fijas y también móviles, como el estadounidense, pero el catalán, aún admirando a Calder ("Reconocía que todo el mundo  tiene un origen", afirma su hijo Nahum), se sentía mucho más próximo a Àngel Ferrant por aquello de que eran amigos y por aquello de que a ambos les gustaba "experimentar con los materiales". Y es que aunque el bambú es su sello, Villèlia esculpió con mucho más: madera, mondadientes, alambre, fibrocemento... y todo residuo que caía en sus manos, como las varillas de acero inoxidable rechazadas por la industria. 

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Abarcar todas estas facetas, "los mundos de Villèlia", los llama su hijo, en una muestra es, como poco, dificil, así que la exposición que comisaría en el Espai Volart de la Fundació Vila Casas (hasta el 11 de junio), solo presenta tres de estos mundos: el del bambú, el de las tallas de madera y el de los alambres. En total un conjunto de 30 piezas, o artefactos, que llenan poéticamente tres de las salas de la fundación, una de ellas recién estrenada.

LA TÉCNICA DEL BARROCO

Fue "el primer artista del mundo que le dio un lenguaje escultórico al bambú", explica Nahum, que puntualiza: "En  China y en Japón siempre se había trabajado pero lo tallaban como si tallaran marfil. Él va más lejos, compenetra el lenguaje del material: estructura, nudos, flexibilidad... con su concepción escultórica". El bambú estuvo siempre presente en su obra, de ahí el encasillamiento, y en el Espai Volart lucen bambús fijos y móviles (bailan en función de las turbulencias que proporcionan los cambios de aire frío y caliente), grandes y pequeños: "El gran formato es más lírico, el pequeño formato recuerda más a la talla", reflexiona el comisario. 

Y tallas son las esculturas que reúne el segundo apartado de la exposición, algunas realizadas con la técnica clásica del barroco: "Seguía los mismos pasos que los clásicos pero al final, en lugar de poner pan de oro pintaba con pigmentos y barnices". El resultado son unas piezas mucho más contundentes que sus ligeras telas de araña, que es como llamaba poéticamente el creador a sus piezas realizadas con alambres.     

CEBOLLAS Y CACTUS

Estas ocupan la tercera sala, la más liviana. «Las primeras las realizaba con hilo de coser y laca de uñas», explica su hijo. Luego cambió a materiales más sufridos como el cordel y la pintura al óleo. Y siempre con alambre, que es lo que les da cuerpo. También las hay de móviles y de fijas, como las realizadas con bambú. No en vano, Villèlia siempre experimentó con los materiales (cebolla, calabaza, fibra de cactus...) pero nunca dejó de hacer esculturas, con movimiento o sin él.