ENTREVISTA

Roger Corman: "No sabría hacer cine con mucho dinero"

El director de culto, maestro de la serie B, recibe un premio honorífico en el festival de Locarno

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NANDO SALVÀ / LOCARNO

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Considerado el Rey del Cine Exploitation, ha producido más de 400 películas, casi todas ellas hechas a toda velocidad y con presupuestos ínfimos. Como director, en su haber figuran obras esenciales del cine de serie B como 'El péndulo de la muerte' (1961), 'Los ángeles del infierno' (1966) y 'The trip' (1967). El festival de Locarno le ha entregado un premio en honor a sus 60 años de carrera.

Usted dio su primera oportunidad a directores como Coppola, Scorsese y Bogdanovich, ¿se imaginaba que acabarían llegando tan lejos? Sabía que tenían talento, pero ignoraba hasta qué punto llegarían a triunfar. Si no me hubieran conocido lo habrían logrado igualmente, aunque supongo que habrían tardado más. Todos ellos cumplían tres requisitos: eran inteligentes, trabajaban durísimo y, sobre todo, eran muy creativos.

En 19XX dejó de dirigir. ¿Por qué? Dirigí casi 60 películas en 15 años. Hubo una época en la que me pasaba la mañana rodando una película, a la hora del almuerzo escogía el reparto de la siguiente y por la noche montaba otra que ya había rodado. Y cuando me metía en la cama pensaba, “tengo que dormir rápido”. Y me cansé. Decidí tomarme un año sabático y durante ese periodo abrí mi propia productora, New World, y no volví a dirigir. El director tiene que llegar al rodaje a las 6 de la mañana; el productor, en cambio, puede llegar a las 9. Es más llevadero.

A finales de los 70, en Hollywood empezaron a hacer el mismo tipo de películas que usted hacía, solo que con más medios. ¿Cómo le afectó aquello? Cuando se estrenó 'Tiburón' (1975), el crítico del 'New York Times' escribió: “¿Qué es 'Tiburón' si no una película de Corman hecha con dinero?”. Lo que no mencionó es que también era mejor que las mías. Entonces pensé: “Esto es un problema, los grandes estudios han aprendido a hacer lo que yo hago”. Y poco después se estrenó 'La guerra de las galaxias' (1977), y pensé: “Maldita sea, ahora sí han aprendido de veras”. Empecé a ganar mucho menos dinero.

¿Jamás pensó en trabajar para Hollywood? Empecé a hacer cine porque había escrito un guión por el que me pagaron 12.000 dólares y usé el dinero para hacer 'El monstruo del océano' (1954). Desde entonces he financiado yo mismo mis películas, y así es como me gusta. No sabría hacer cine con mucho dinero. Además, tal y como yo lo veo las películas son a la vez una forma artística y un negocio, pero Hollywood solo se preocupa por el negocio. Ojo, no es que yo me considere un artista.

Asimismo, usted fue quien empezó a distribuir en Estados Unidos el cine de autores como Bergman, Fellini y Kurosawa. ¿Nunca pensó en hacer películas como las que hacían ellos? No habría sabido cómo. Además, una vez dirigí una, 'The intruder' (1962), que era artísticamente ambiciosa y obtuvo críticas buenísimas. Trataba de la integración racial en las escuelas sureñas, y resultó ser la primera de mis películas que perdió dinero. Tras eso decidí que me iba a seguir dedicando a hacer cine comercial.

¿De qué salud goza el cine de serie B hoy? Por un lado, hacer películas es más fácil que nunca antes. Gracias a las cámaras digitales, puedes rodar eficientemente por menos dinero. Pero la distribución es cada vez más difícil. Cuando yo empecé en esto todas las películas que hacía se estrenaban en los cines, y en cambio hoy solo una minoría lo logra. En los 70 produje 'La carrera de la muerte del año 2000' (1975), y fue considerada la mejor película de serie B de todos los tiempos. Ahora estoy a punto de acabar 'La carrera de la muerte del año 2050', y se estrenará directamente en DVD y en Netflix, no en los cines.

Usted ha hecho películas de cangrejos gigantes, de moteros criminales, de asesinos en serie, de monjas lascivas… Y, sin embargo, en persona parece usted una persona realmente centrada. ¿Cómo lo explica? Todo el mundo se sorprende por eso, es gracioso. Supongo que mi subconsciente es un lugar increíblemente inhóspito. Aunque duermo muy bien por las noches.