CONCIERTO

Emotivo canto de paz

El Liceu aplaude el regreso de 'El pessebre' de Pau Casals

Uno de los momentos de la interpretación de 'El Pessebre', el sábado en el Liceu.

Uno de los momentos de la interpretación de 'El Pessebre', el sábado en el Liceu. / A. BOFILL

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Han pasado 26 años desde el estreno en el Liceu del oratorio 'El pessebre', la pieza compositiva de mayor envergadura de violoncelista y director Pau Casals. La recuperación de la obra, programada dentro del memorial dedicado al universal músico de El Vendrell, volvió a llenar de emoción a un público partícipe de este  canto de paz transmitido desde la pureza sentimental, pletórica de esperanza, de una partitura edificada sobre la sencillez y fuerza de los versos del poeta Joan Alavedra, amigo íntimo y compañero de exilio del maestro en Prada de Conflent.

El trabajo de Josep Pons, al frente de la orquesta y coro de la casa reforzados por la Polifònica de Puig-reig y cinco de los mejores solistas de la lírica catalana, ha sido muy notable. Unificar a todos los elementos participantes en la producción y conseguir transmitir la atmósfera poética y el carácter catalán de la narración no es tarea fácil, a pesar de que la partitura, alejada del vanguardismo imperante durante los 17 años que tardó en componerse, está esbozada desde líneas muy diáfanas.

CALUROSA ACOGIDA

El prólogo y las cuatro partes que explican el nacimiento de Jesús, con plásticas descripciones del camino de los pastores hacia Belén salpicados de toques costumbristas, empezó con buen pie. La caravana de los Reyes de Oriente, arropadas por inspirados coros, la escenas en el pesebre, la adoración y el exultante final con el 'Hossana' y 'Glòria', expresión del canto de hermandad universal, fueron momentos muy bien resueltos. No faltó el dramatismo de la premonitoria alusión a la pasión de Cristo, desarrollada en el pasaje 'La vella que fila', para recordar el sacrificio del hombre que murió para redimir a la humanidad.

La calurosa acogida del público propició un aclamado bis repitiendo el final de la obra. Los limpios agudos de Marta Matheu, la belleza del color de voz y nítido fraseo de David Alegret, la fuerza del bajo Marc Pujol, el buen tono de Gemma Coma-Alabert y la solidez baritonal de Joan Martín-Royo contribuyeron a realzar el perfil de los personajes del relato. La orquesta y los coros estuvieron a la altura de la que, sin duda, es una de las mejores versiones de este manifiesto musical de paz.