UN VODEVIL CON FINAL FELIZ
Una 'bomba' en el Liceu
Sendas enfermedades causan el relevo del tenor y la soprano en la ópera 'Don Pasquale'
E·l Liceu vivió el jueves una noche única e inolvidable. El tenor y la soprano de Don Pasquale fueron sustituidos en la misma función. El cantante titular no llegó a actuar por una afección respiratoria y su suplente, el del otro reparto, estaba avisado y listo en los camerinos. Algo habitual. La gran sorpresa se produjo poco después cuando la soprano pidió a media función su relevo y los responsables de la ópera avisaron a su suplente que estaba de guardia en un hotel.
El intenso vodevil pudo haberse complicado más. Unas horas antes del inicio de la función los espectadores recibieron un correo para que se presentaran una hora antes de lo previsto: la huelga de acomodadores podía cortar la Rambla y dificultar el acceso. Tres embestidas tres en una misma obra que, sin embargo, comenzó y acabó puntual.
La carrera de obstáculos se originó en la Rambla. Decenas de policías controlaban un nutrido y sonoro grupo de acomodadores del Liceu que exteriorizaban su malestar laboral. Los espectadores fueron invitados a pasar sus entradas por los sensores de acceso y buscar sus butacas.
Unos minutos después de las ocho, la megafonía anunció que el tenor Lorenzo Regazzo sufría «una afección respiratoria» y sería sustituido por Roberto de Candia. «Al tratarse de una obra con dos repartos, lo que llamamos Cast A y Cast B, se había llamado al otro tenor», explicó un portavoz del Liceu. El público, lejos de molestarse, aplaudió.
Buen oído
Cuando ya había transcurrido la primera parte de Don Pasquale con una esbeltísima y sensual Valentina Nafornita seduciendo al anciano protagonista en la escena giratoria se produjo el nuevo imprevisto. La soprano, resfriada, tenía dificultades para llegar a algunos tonos, lo que los más veteranos del Liceu ya habían detectado, y pidió el cambio. El director de escena decidió que trajeran a la cantante del otro reparto, la surafricana Pretty Yende, de guardia en un hotel cercano.
«La trajeron enseguida para hacer el cambio porque ahora ya no hay covers o suplentes en cada función, sino que se recurre al otro reparto, que debe estar próximo y disponible», cuenta Ramon Bassas, presidente de Amics del Liceu, que descubrió lo ocurrido por la mañana. «A veces puede fallar un cantante, pero dos...», comenta.
Una parte del público no se enteró del cambio de la soprano hasta ver en escena que la protagonista ya no era delgadísima y blanca, sino menos estilizada y negra. El aviso megafónico pilló a estos espectadores en la cafetería.
La explosión de aplausos final demostró que, pese a todo, la ópera y el Liceu lograron imponerse.
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