DRAMA

Nada más que Moore Siempre Alice

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Glatzer y Westmoreland

Siempre Alice tiene muy poco cine, como tampoco lo tenía el anterior filme de Richard Glatzer y Wash Westmoreland, La última aventura de Robin Hood. Pero cuenta con Julianne Moore y eso, dadas las características de la película, vale su peso en oro.

La actriz hace suyo el personaje desde el primer momento y no se permite un respiro hasta la escena final. Los directores se limitan a encuadrarla a ella con un estilo demasiado plano que la medida composición de Moore, en uno de esos personajes que pueden resultar excesivos pero que ella sabe hacer en todo momento matizado, creíble, cercano.

Si La última aventura de Robin Hood reconstruía de forma demasiado académica los últimos días en la vida del célebre actor Errol Flynn --es decir, un personaje importante, poderoso por sí mismo-, Siempre Alice propone el día a día de una mujer de 50 años a la que se le diagnostica un alzhéimer precoz.

El relato se focaliza inmediatamente en ella, en una tragedia que es doble: la pérdida de memoria, de recuerdos, y del sentido de la existencia en sí misma queda más acentuada al tratarse de una mujer que se dedica al estudio de la adquisición del lenguaje en las primeras etapas del ser humano. El resto de personajes (marido y tres hijos) tienen sus momentos, pero el filme no puede cubrir su drama porque la tragedia, en la construcción del relato, le pertenece solo a ella.

Es un filme convencional con una de las interpretaciones menos convencionales que pueden verse hoy en una sala. Q. C.