DRAMA

El club de los incomprendidos Peculiar adolescencia

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Carlos Sedes

No se puede dudar de que los fines perseguidos por El club de los incomprendidos acaban cumpliéndose. Gustara o nó la historia tratada. Interesará o no el estilo que impone su director, el trabajo de los actores (algunos demasiado mayores para los personajes que interpretan, estudiantes de secundaria que parecen universitarios a punto de licenciarse) y los requiebros más llorosos que drámaticos del guión, escrito a partir de una novela de Francisco de Paula, experto en historias de adolescencia. Pero, más allá de estas consideraciones, lo que pretende ser la película es un melodrama de teenagers madrileños tan inadaptados que forman su propio club, el de los incomprendidos. Y eso es, sin apartarse un ápice de la meta trazada.

Habrá un público encantado con esta propuesta y otro tipo de espectador que no la disfrutará, algo que por otra parte sucede con casi todas las películas, de las del Hobbit a las de Godard. Pero aunque me den igual casi todas las situaciones del filme, el equilibrio entre lo que se intenta hacer y lo que se consigue es en este caso más equitativo. No me gusta, pero entiendo que guste. No refleja de forma realista las frustraciones de la adolescencia, pero esa casi hiperbólica fantasía en la que se convierte el relato entiendo que pueda interesar a un público que se verá reflejado aún en la exageración. No hay que pedirle a El club de los incomprendidos lo que no pretende ser aunque, siendo un producto de consumo, a veces comete el error de querer  ser trascendente, y eso sí que no funciona. Q. C.