'Her', la melancolía de la inteligencia artificial

Tras renovar el lenguaje del videoclip y pasar al cine de la mano de dos alambicados guiones de Charlie Kaufman, Cómo ser John Malkovich y Adaptation (El ladrón de orquídeas), todo parece indicar que Spike Jonze frenó lo que podía ser una meteórica carrera, reflexionó un tiempo y volvió al cine con una postura aún más radicalizada. Porque Donde viven los monstruos es todo lo contrario a lo que el espectador puede esperar de un filme infantil. Y ahora Her reconstruye y reconduce las pautas del drama sentimental a través de una inteligente utilización de los códigos del relato de ciencia ficción. El resultado es un filme precioso y triste, lúcido y melancólico, quizá la mejor película de un autor que intenta indagar en nuevas formas de expresión cada vez que se enfrenta al dilema del moderno relato cinematográfico.

Her cuenta la historia de amor entre un hombre que se dedica a escribir cartas para otros y un sistema operativo que habla con la voz de Scarlett Johansson. Una relación imposible pero sincera que puede recordarnos a los mundos futuros descritos por Andrew Niccol en sus primeros filmes, Gattaca y, sobre todo, Simone, en la que se relataba la relación entre un cineasta y la simulación de una actriz.

Pero los intereses de Jonze son otros. Su película se construye sobre el abismo del miedo a la soledad y el pánico a una felicidad que puede truncarse, humanizando la inteligencia artificial y capturando algunas de las mejores instantáneas sobre el afecto que ha deparado el cine en los últimos años. Joaquin Phoenix entra perfectamente en el juego y Amy Adams, menos histriónica que en La gran estafa americana, ofrece el contrapunto real a una historia sustentada en la fabulación.