El adiós de una de las bandas más influyentes del pop rock catalán

Antònia Font hace historia

El grupo, anoche, durante su última actuación.

El grupo, anoche, durante su última actuación. / DIARI DE MALLORCA / PERE ANTONI RAMIS

JORDI BIANCIOTTO
PALMA

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Antònia Font quemó las naves, anoche en Palma, a conciencia y sin dejar compartimentos desatendidos, cuidándose de brindar a sus seguidores un panorámico último viaje a las canciones de su vida. Fueron casi tres horas de concierto en las que el grupo bandera del pop en catalán moderno repasó sus logros, los populares y los escondidos, en una exhibición de modos expresivos: exploración pop, emotividad y desvarío festivo acentuando una obra que cubre 16 años de trayectoria.

Tercera noche consecutiva en el teatro Principal, la última e irrevocable, con sus 840 localidades agotadas en su día a altísima velocidad. Público variado pero de predominio treintañero, entusiasta del grupo sin otras motivaciones visibles (ni una sola bandera en todo el teatro). Marco noble, de relucientes palcos dorados y terciopelo rojo, inaugurado en 1857. Envoltorio neoclásico para un grupo que también lo es y para una noche cuya entrada en la historia estaba determinada de antemano. Para conducirla a buen puerto, el quinteto diseñó un temario de amplio espectro con 48 canciones extraídas de sus siete discos en proporciones equilibradas. Un repaso concienzudo que fue inmortalizado anoche en audio y vídeo con un destino aún no decidido-.

Nostalgia sobrevenida y también lucimiento del pasado más reciente: las nanocanciones de Vostè és aquí, a minuto y medio o dos por pieza, dominaron sigilosamente el primer bloque desde el delicado arranque con Ballarines de ballet, y con Tokio m'és igual como cuña afín. A Pau Debon, que no es precisamente un dicharachero monologuista de El club de la comedia, la emoción le correría por dentro, puesto que se dirigió al público con más frecuencia de la habitual, aunque solo fuera para dar, simplemente, las «gracies» por acudir a «l'últim concert d'Antònia Font».

REGRESO DEL COMANDANTE / Tras el apacible vals Vitamina sol llegó la primera sacudida con Love song, que condujo a una secuencia de canciones llena de cargas de profundidad, puesto que hablamos de dos álbumes esenciales, Taxi Alegria. De «un tal 'Armando Rampas', un amic que vam conèixer fa anys, quan vam començar a rodar pels aeroports» a la emotividad de Dins d'aquest iglú, Vos estim a tots igual y la melancólica Alegria. Con Holidays llegó un momento de lucimiento guitarrístico para el ideólogo del grupo, Joan Miquel Oliver, siempre circunspecto, si bien el protagonismo en esa pieza se lo llevó el público, que cantó una estrofa entera de un tirón, la de «No me das miedo, Carmen Consuelo»...

LETRA PREMONITORIA / Pau Debon también actuó con esmero, claro, sin modificar su característico temple suave, que da a las canciones de Antònia Font una pátina humanista desarmante. Se enfrentó solo al teatro cantando a cappella Cartas a Ramiro para pasarse luego al rap-metal, o casi, en Astronauta rimador. Dedicó Bamboo «als menuts i menudes» que siguen al grupo y se adaptó al tempo desenfadado de Me sobren paraules, una canción de Lamparetes (2011) que contiene una estrofa en la que en su día no reparamos y que resulta premonitoria. «Me sobren paraules / però no tenc res a a dir / (Cadáver, pitufo) / Me sobren paraules / D'aquí a dos anys me retir». ¿Advertencia encriptada? Casual o premeditado, ese momento de la letra fue acogido en el Principal con exclamaciones de negación.

Sin salir de aquel disco, cayó la poderosa Coses modernes y el guiño sarcástico de Islas Baleares. Debon la presentó con ironía, deseando que se convierta en un hito para los turistas que vengan al archipiélago «en los próximos 15 o 20 años».

PRIMERAS CANCIONES / Los dos primeros discos, generalmente poco citados a la hora de glosar los grandes momentos del grupo, tuvieron cuota en el repertorio. Renacieron Canta, Focs artificials A Rússia, reflejos de un grupo que apuntaba maneras sin haber dado aún con su identidad más distinguible. En Tots els mecanismes, Debon forzó su voz con un histrionismo desbocado y, a su término, presentó a sus compañeros por última vez. Prolongadas ovaciones.

Y otra singladura épica, la del «submarí monoplaça», Batiscafo katiuscas, antesala de una tanda de bises que avanzó, en un clima de festín, a través de gestas como Alpinistes samurais, Wa yeah Calgary 88 hasta tocar techo con un reflejo del primer disco rumbo a Viure sense tu. Palabras de agradecimiento. «Per estar amb nosaltres tots aquests anys». Muchos amigos sobre el escenario, incluida la inspiradora y real Antònia Font. Y una estrofa flotando en el aire. «Dolça besada, té gust de que s'acaba / Punt i principi de viure sense tu». ¿Vivir sin Antònia Font? Intentaremos superarlo.