CRÍTICA

¿Esto es una novela?

¿Puede escribirse un libro solo con enunciados interrogativos?

SERGI SÁNCHEZ

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¿Crees que Padgett Powell está loco? Si no lo crees, ¿cómo te explicas que alguien en su sano juicio escriba una novela a base de preguntas sin respuesta? ¿No es una manera de demostrar que eso es precisamente la literatura? ¿Mezclar lo trascendente con lo trivial no es hacer trascendente lo trivial? ¿El lector no se siente acaso como un padre acosado por un niño que acaba de descubrir lo que significa un signo de interrogación, la curva cerrada del misterio del lenguaje rematada por un punto flotante? ¿No se trata, pues, de poner contra las cuerdas la arbitrariedad de nuestras ideas y nuestras decisiones? ¿No se trata también de averiguar los límites del sentido, de deconstruir nuestro concepto de novela sometiéndolo a un análisis constante?

Si esto es una novela, ¿no es un juego de prestidigitador? Si Padgett Powell quiere recordarnos lo muy necesario que es jugar a malabares con las palabras, ¿no es menos cierto que está reivindicando sus deudas con los maestros de la metaficción literaria, de John Barth a Donald Barthelme? ¿No está desafiando a los que se conforman con responder sí o no, sin atender a la escala de grises que colorea el mundo? ¿No quiere reflejar las idas y venidas, las secretas interconexiones de una melodía poética en la que nos montamos en marcha, como en un tren sin frenos?

Si esa melodía nos obliga a enfrentarnos a lo que sentimos cuando leemos, o cuando un escritor nos empuja a darle forma a un dilema constante, ¿no está concentrando acaso en poco menos de ciento cincuenta páginas lo que significa levantarse cada mañana y modelar el yo?

Ante lo que puede parecer una propuesta frívola, en la línea delMe acuerdode Joe Brainard, ¿no existe un demiurgo que nos proyecta hacia el pasado y el futuro, que convierte en presente cada una de las preguntas que nos planteamos cuando paseamos por la calle o perdemos la cabeza mirando por la ventana? ¿No está plasmando el principio de incertidumbre que rige nuestras vidas en estos tiempos en los que el mundo prefiere afirmar que cuestionar, aunque sea diciendo mentiras? ¿No nos está preguntando, con los ojos abiertos y acongojados, por lo efímero de nuestra existencia y a la vez invitándonos a que nos riamos de ello, a que le hagamos cosquillas a nuestra pulsión de muerte?

¿No nos regala acaso el placer infinito de seguir viviendo a través de las palabras?

3 EL SENTIDO INTERROGATIVO

Padgett Powell

Trad. Albert Fuentes

Alpha Decay. 155 p. 17 €