ANALISIS SOBRE LA GRAN NOCHE DE HOLLYWOOD

Muchos discursos y pocos reyes

Kirk Douglas destaca en la gala con sus requiebros a Anne Hathaway y su pícaro abrazo a Melissa Leo

Una escena de 'El discurso del rey'

Una escena de 'El discurso del rey' / periodico

EDUARDO DE VICENTE

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El discurso del reyes la vencedora de la noche, al menos la mejor película y el mejor director. ¿O no? Es uno de esos típicos filmes británicos irreprochables, elegantes, al estilo clásico donde no hay nada que desentone, ni los aspectos técnicos, ni el guión, ni los actores, aunque la realización sea algo plana (¡vaya regalito darle el premio a la dirección!) y no arriesgue ni un milímetro (a diferencia, por ejemplo, de la recienteThe Queen). La Academia ha premiado la corrección en vez de ponerse al día (La red social), apostar por la innovación (Origen) o decantarse por los dibujos animados (Toy story 3). ¿Es una decisión justa? Bastante. ¿La mejor decisión para contentar a todo tipo de públicos? También. Pero demuestra una incapacidad profunda de imaginación y de sorpresa.

Y es que la noticia de la noche fue la ausencia de sorpresas en una gala aburrida y plana conducida por una divertida Anne Hathaway, que se divirtió y lo supo transmitir, y un James Franco que poco más hizo que sonreír y dedicar miraditas a sus múltiples fans. Quizás por eso cuando apareció en el escenario Billy Crystal, el auditorio se puso en pie, como diciéndole: ¡Cuánto te echamos de menos!

Como los Goya

La ceremonia se pareció más a los Goya que a los cáusticos Globos de Oro de Ricky Gervais. El inicio fue muy similar, con el gag habitual de introducir a los presentadores en las películas nominadas (Billy Crystal lo hizo antes y el gag con Buenafuente fue más divertido). Incluso bromearon con la circunstancia de que James Franco estuviera nominado (eso lo vimos en los Gaudí con Eduard Fernández). Al final todos se clonan a sí mismos.

La Academia perdió una gran oportunidad de aprovechar la nominación deLa red social para jugar con las nuevas tecnologías como internet, Facebook o Twitter e incorporarlas al show. De eso, nada. Los decorados habituales se cambiaron, en su mayoría, por proyecciones, que podían ser muy efectivas en el escenario, pero en televisión quedaban algo pobres.

Douglas, el burlón

El momento (y no busquen, que no lo hubo) de la noche fue la inesperada aparición de un burlón Kirk Douglas quien, pese sus 94 años, aún tuvo fuerzas para tirarle los tejos a Anne Hathaway, gastar alguna que otra broma fuera de guión y retrasar el veredicto de quién era la mejor actriz de reparto hasta el punto que Melissa Leo subió casi en estado de shock (algo fingido, no lo neguemos).

Ni siquiera se permitieron la oportunidad de provocar un momento de intriga. Imaginemos qué hubiera ocurrido siExit throught the gift shop hubiera ganado como mejor documental. ¿Habríamos sabido de una vez por todas quién se esconde bajo el seudónimo del popular grafittero Banksy, autor del filme?

Con decir que el mejor discurso fue el de Charles Ferguson, vencedor en esta categoría por un reportaje sobre la crisis económica, que denunció en el escenario que, tres años después, ningún ejecutivo financiero estaba en la cárcel.

Sin sorpresas

Ni siquiera el discurso del rey, es decir, Colin Firth, se salió demasiado de lo normal. Empezó divertido, pero rápidamente pasó a agradecer el premio a toda la agenda de contactos de su móvil, como hicieron todos.

Los otros premios principales también parecen de justicia: Natalie Portman, Christian Bale y Melissa Leo han bordado sus respectivos personajes y los técnicos, también. Pero los Coen se han llevado un buen varapalo al irse de vacío. Se veía venir que iba a ser la perdedora, pero ni siquiera los pronósticos más crueles le quitaban el premio a la mejor fotografía.

Esperemos que estos 83 años de Oscar les sirvan para algo y que, en la próxima edición se pongan de una vez las pilas, o al final no verá la gala ni el director de la Academia, que parece ser el único que ha aprendido a ser breve.