Reapertura de un espacio emblemático

Revive el gran Lliure

'Gata sobre teulada de zinc calenta' arranca unánimes aplausos en la nueva sala de Gràcia

Andreu Benito y Joan Carreras, en un momento de la obra de Tennessee Williams.

Andreu Benito y Joan Carreras, en un momento de la obra de Tennessee Williams.

IMMA FERNÁNDEZ / Barcelona

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El pasado y el futuro caminaron ayer de la mano en la esperada reapertura del histórico Lliure de Gràcia. Nostalgia y recuerdos salpicaron las charlas y las emociones de muchos de los presentes -entre ellos, los miembros del patronato y del equipo fundacional-, mientras revoloteaba entre las remozadas paredes el espíritu de Fabià Puigserver. Él fue el alma de aquel colectivo que el 1 de diciembre de 1976, en el local alquilado a la Cooperativa La Lleialtat, alzó el telón con Camí de nit,un espectáculo creado por el también fundador Lluís Pasqual, que cual hijo pródigovuelve a su casa lustros después para dirigirla a partir de la próxima temporada.

A Pasqual se le vio ayer emocionado, compartiendo saludos y alegrías con amigos y viejos conocidos. «Estoy muy contento. Ha sido espectacular. Una gran noche de teatro, como debe ser, a la que seguirán otras muchas, en una sala que siendo nueva conserva la esencia de la original», declaró en el brindis que sucedió al estreno deGata sobre la teulada de zinc calenta, dirigido por Àlex Rigola y recibido con cinco minutos de aplausos y bravos. Aunque solo, entre los más de 200 asistentes, el actor Toni Sevilla, también fundador de la emblemática sala, se alzó de la butaca para aplaudir. Se pasó calor, se colaron los gritos de una ambulancia que pasaba por la calle y la salida por una sola puerta se vivió con estrecheces. Fueron los únicos peros de una gran noche de estreno.

A la amplia familia del Lliure (de ayer, hoy y mañana) se unieron destacados representantes de la escena y elpresident, José Montilla; el alcalde, Jordi Hereu, y elconsellerde Cultura, Joan Manuel Tresserras.

«Es una noche muy emocionante. Volvemos al origen para iniciar una nueva etapa de futuro que será espléndida», concedió Hereu, que se mostró «encantado» con el montaje y recibió en el brindis el agradecimiento del presidente del patronato del Lliure, Antoni Dalmau, por haber sido el Ayuntamiento el que más ha contribuido «y no solo económicamente» a la reapertura del emblemático espacio. Luego, le saludó el cantautor Paco Ibáñez, recién llegado de Buenos Aires.

LÁGRIMAS ROJAS / Las lágrimas de cerámica roja de Frederic Amat se llevaron los primeros comentarios elogiosos. Se presumían muy apropiadas para el dramón que esperaba escaleras arriba. Ya al entrar a la sala, las melancólicas notas del pianista Raffel Plana recibían a los espectadores, mientras el actor Joan Carreras ya esperaba whisky en mano, con la pierna escayolada y el albornoz, sobre un decorado precioso y metafórico.

Parecía como una plantación de algodón, salpicada de flores y con una cama blanca con un árbol seco y sin frutos de cabecera. Un gran rótulo en inglés resumía de qué iba el clásico de Tennessee Williams:Why is it so hard to talk? (¿Por qué es tan difícil hablar?). O sea, por qué cuesta tanto decir las cosas importantes entre los seres más cercanos.

En la noche de los recuerdos, el título elegido también apelaba a la memoria. A la colectiva, con las miradas imborrables de Paul Newman y Liz Taylor grabadas en las retinas cinematográficas, a los que hizo un guiño el director. Y a la memoria traumática, la que desencadena el drama de los protagonistas. La tortura de un hombre (Brick) roto por la culpabilidad tras el suicidio de su amigo. Él era Carreras y la gata, Chantal Aimée, los dos excelentes, a los que se sumaba un espléndido Andreu Benito, el padre moribundo, Muntsa Alcañiz, su esposa, y el otro hijo, Santi Ricard y la nuera, Ester Cort.

Quería Rigola acentuar el conflicto de los sentimientos, las relaciones familiares y lo que, en sus palabras, «nos cuesta hablar con las personas queridas». Y en el diván colocó a sus personajes, que vomitaban todas sus miserias y engaños, retomando la homosexualidad que el autor dibujó en la obra original y que fue castrada en la adaptación al cine. Un montaje contenido y exquisitamente elegante a la manera deMad Men,la serie televisiva que ha enganchado a Rigola y a otros muchos.

Pero fue la vozen offde Pere Arquillué la que alzó el telón, antes de la función, recordando lo de los móviles (aunque uno le aguó un intenso momento de la función a Carreras). «Ha sido un acontecimiento muy emotivo para los actores de mi generación que nos criamos aquí. Una recuperación de recuerdos e ideas. Esta apertura demuestra la buena salud que goza la cultura de Barcelona. Un hecho histórico para la ciudad y el país», declaró Arquillué. A su lado, Julio Manrique, en el área de fumadores, o sea la calle de Montseny, destacaba la sonoridad de la sala: «Es una maravilla y se oye perfectamente a los actores». La magia del Lliure volvió al barrio de Gràcia siete años después.