crónica
El Benicàssim de los solistas
El FIB cierra la 16ª edición con 127.000 visitas, el 37% menos que el año pasado
Un total de 127.000 visitas ha tenido el FIB, un 37% menos que la anterior edición. El 40% eran españolas, una cifra superior a la del 2009. El propietario del festival, Vince Power, ha achacado este fuerte descenso a la crisis y a que muchos de los artistas de renombre (como es el caso de Arcade Fire) se les han escapado.
JUGÓN JOHNNY MARR
Una década después de pisar el FIB, Johnny Marr volvió el sábado con el que fue un tiempo atrás el enésimo hype británico, The Cribs. La cosa tiene su gracia pues desde 2004 Morrissey tocó o debió tocar en los años pares. Pero como el divo de Manchester no gira este año, los fans de The Smiths salieron contentos. Especialmente porque el guitarrista, aunque actuó en el escenario como si fuera un Sergio Busquets o Makelele, es un crack. Tiró de oficio, acompañó en los coros, ganó entereza la banda, se notó su mano en las canciones nuevas, pero cedió el protagonismo al vocalista. Se despidió disparando los últimos acordes con su guitarra apuntando al público, que se despidió coreando su nombre.
LA NOCHE DE LA NOSTALGIA
Este es el FIB del que se recuerdan más solistas en el cartel. Charlotte Gainsbourg convenció y Ray Davies arrolló con los temas de The Kinks. Julian Casablancas solo arrancó cuando cantó las canciones de The Strokes, algo que no consiguió Peter Hook, que intentó imitar actitud y voz de Ian Curtis sin llegar a esos bailes epilépticos y ese tono lúgubre del fallecido líder de Joy Division. El sábado, le tocó el turno a Ian Brown que tranquilizó a las masas empezando con I wanna be adored de Stone Roses, pero se notó que la tarde se le había hecho larga en el backstage y no acabaron de cuajar algunas de las canciones que ha grabado en solitario.
PESADILLA DE LOS FESTIVALES
Johnny Rotten, que casi fue otro de los solistas ya que no tocó ninguno de los fundadores de PiL, ejemplificó los temibles solapes. Mandó un recado a The Prodigy y agradeció al escaso público que se quedó a verle a quienes tildó de amantes de la música. Está claro que los melómanos son los que peor lo pasan al elaborar sus itinerarios. ¿La electrónica sofisticada de Four Tet o los trallazos ochenteros de Cut Copy? ¿La sesión de las sesiones de DJ Shadow o la nostalgia de The Haçienda Night? ¿El indie de pura cepa de The Clientele o el pasotismo de Ian Brown? ¿Qué hacer si se quería ver todo el concierto de The Specials y la despedida de los escenariaos de los nacionales Standstill? Arduas decisiones.
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