ADIÓS A UNA FIGURA UNIVERSAL DE LA LITERATURA

Muere José Saramago, la voz del pueblo

José Saramago

José Saramago / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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El Premio Nobel portugués José Saramago ha fallecido a las 13 de la tarde (hora peninsular) a los 87 años en Lanzarote, la isla donde vivía desde los años 90. El escritor padecía leucemia. A las 5 de la tarde en la Biblioteca Saramago de la localidad de Tías, donde residía, se abrirá la capilla ardiente.

La trayectoria del escritor ha recorrido un largo camino desde sus orígenes campesinos en su aldea natal Azinhaga, Ribatejo, "más pobre que las ratas", como solía decir, hasta su encumbramiento con el Premio Nobel de Literatura en 1998. Ese camino es fundamental para comprenderle. En la casa natal del escritor solo había un libro y ni siquiera pertenecía a su familia, que lo tenía oculto en un cajón como si fuera una reliquia. Ese libro adquirió un signficado más profundo cuando el pequeño José se vio obligado a abandonar la escuela para ayudar a su familia y a estudiar por su cuenta en la biblioteca pública.

Ese origen y ese sacrificio marcó su literatura, desencadenó su militancia comunista y puso a cien su inconformismo que, en los últimos años más que nunca, hizo de él una especie de profeta bíblico que presagiaba calamidades. "Los comunistas no están extinguidos, yo me los voy encontrando por el mundo callados y discretos. El tiempo dirá si las victorias y las derrotas de las ideologías son definitivas. Por lo demás, me enorgullezco de no haber escrito jamás un panfleto. Nunca he tratado de convencer a nadie a través de mis novelas", afirmó a este diario en el 2001, ya inmerso en el esquema de sus últimas novelas, en forma de didácticas parábolas sobre lo que él pensaba de un mundo que le incomodaba: de ahí sus críticas al consumo, al sistema democrático o la religión.

Reconocimiento tardío

El autor tuvo un reconocimiento muy tardío. Antes de dedicarse plenamente a la literatura ejerció diversos oficios y trabajó como periodista, mientras paralelamente ejercía como poeta. En 1980 llamó la atención de la crítica con la novela Levantado del suelo, que no fue su primera novela (había escrito una, Tierra de pecado, sin demasiado éxito en 1947), en la que trasladaba a la ficción sus orígenes rurales. Dos años más tarde su popularidad sería absoluta con Memorial del convento, que marca el inicio del ciclo de sus mejores trabajos, en el que se incluyen El año de la muerte de Ricardo Reis, un homenaje a Fernando Pessoa; La balsa de Piedra, Historia del cerco de Lisboa, que desembocarían en la distinción de la Academia sueca.

En 1991 apareció una de sus novelas más polémicas (y ya es decir porque la polémica ha acompañado continuadamente al escritor), El evangelio según Jesucristo, que contenía duras críticas a la iglesia católica y que su país, Portugal, se negó a presentar al Premio Literario Europeo. Enojado por ello Saramago se trasladó a vivir junto a su segunda esposa, la periodista y traductora Pilar del Río, a la isla canaria.

En 1995, tres años antes del premio que lo daría a conocer internacionalmente, aparece una de sus grandes novelas, Ensayo sobre la ceguera. A ella siguieron Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez. Su último trabajo fue Caín, otra novela que molestó a la iglesia portuguesa.