tú y yo somos tres

Pujol, desde el 'cim' de los 80

Ferran Monegal

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Notable homenaje de TV-3 a los 80 años de Jordi Pujol. De entrada, apasionante y pintoresca confluencia de criaturas forjadoras del programa: Miquel Calçada como sugeridor –más que entrevistador– de temas; Manuel Huerga como director; Mediapro (Jaume Roures) como empresa productora y cinco escenarios distintos en los que ha discurrido el encuentro, cinco lugares en los que el paisaje era básicamente Pujol, con distintas corbatas, con distintas camisa. O sea, que el trabajado ha sido frondoso, a lo largo de diferentes sesiones. Notable también la labor de montaje, una orfebrería de gran perfección: podíamos seguir el hilo de una idea, aunque apareciese Pujol con distintas chaquetas, es decir, en días distintos, en sesiones diversas. Pero no ha sido una entrevista, propiamente dicha, lo que hemos visto en este homenaje. Calçada se ha limitado a hacer el papel de sugeridor. Pujol ha puesto el inmenso resto. Ha sido una buena idea este sistema. Teníamos curiosidad por saber qué hay en la cabeza, en el cerebro, de este importantísimo político que ha vivido tantos momentos clave, la mayoría de los cuales ha sido protagonista de ellos. Al margen de una diacronía histórica sobre la Catalunya que nunca pudo ser («Europa nunca quiso, ni Holanda, ni Alemania, ni Inglaterra... Ni Francia, que es París, París y más París»), lo que nos ha transmitido Pujol es que el único referente válido para Catalunya no está en Europa sino en Norteamérica: en Canadá, concretamente (Quebec). También nos ha transmitido que después de 80 años de alimentar una ilusión, le queda finalmente solo decepción. Relató la España nueva rica y prepotente desde 1960; Aznares y Zapateros que no son amigos sino torpedos; fracaso total de la idea que alimentaban Espriu, Vicens Vives y él mismo; y una conclusión tremenda mirando no solo hacia España sino también hacia Europa: «Una Catalunya independiente es totalmente inviable». Y entonces llegó la única pregunta directa que le ha hecho Calçada en todas estas jornadas. Esta: «¿Qué votaría usted en un referendo sobre la independencia? ¿Es indelicado preguntárselo?». Y Pujol contestó: «Sí. Es indelicado. No le responderé a eso». ¡Ah! Aunque el momento más emotivo fue el recuerdo de las torturas que sufrió por els fets del Palau, para una persona que reclama pasar a la historia como un patriota ha debido de ser durísimo esconder su postura sobre la independencia.