«Fuimos tan solo peones de los políticos»

Una periodista de la televisión valenciana narra su experiencia en primera persona

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IOLANDA MARMOL

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En mi facultad de periodismo hablaban de la censura como de los dinosaurios. Algo extinguido para la tranquilidad de todos. Y sin embargo, sumergirse en Canal 9 fue adentrarse en un mundo donde las reglas eran otras: no estaban escritas, pero todos las conocían. Era un secreto a voces que se iba descubriendo día a día, con sorpresa e ingenuidad.

Soy catalana, de modo que lo primero que me preguntaron era si podía hablar con acento valenciano, porque el catalán molestaba a los blaveros. No me gustó, pero si ese era el criterio lingüístico, tampoco suponía un problema. Mucho después comprendí que, en realidad, la manipulación empieza por la suma de pequeños detalles como este.

Me alarmé cuando, una tarde, un editor me encargó cubrir una manifestación y me aconsejó «por seguridad» retirar del micrófono la espuma con el logotipo de Canal 9. La excusa fue que, cada vez con mayor frecuencia, se increpaba en la calle a los periodistas. Decidí trabajar con el micrófono con su espuma, con el logotipo y el cubilete. Pero no se trataba de un día cualquiera. Era el de la manifestación en Valencia contra los atentados del 11-M y yo tenía que hacer conexiones en directo. Ahí no hay filtros que valgan: es la vida en estado puro. De repente, se colaron voces de personas, en esa conexión, lanzando gritos y consignas contra Canal 9 y la manipulación informativa. Me quedé helada.

En ese instante congelado en el tiempo fui consciente de que los valencianos habían dejado de apreciar a su televisión. No eran unos pocos ultras radicales, era una sensación que había ido calando en la sociedad valenciana, un sentimiento que empezó como desafección y acabó casi como odio. Mi grupo de ataque se disculpó al final del directo. «Iolanda, esto no es contra ti, te conocemos. Es contra la tele y contra el PP».

Me sucedió a mí en esa ocasión y muchos compañeros de informativos tuvieron problemas similares en otros escenarios en los últimos años. Los valencianos lo saben, porque lo vieron.

ÓRDENES DESDE LAS «TRIPAS» / Canal 9 fue cediendo a los deseos de la Generalitat y esto generó una progresiva pérdida de confianza y de credibilidad. En las tripas, recibíamos órdenes como grabar a Eduardo Zaplana del perfil más favorecedor mientras fue presidente. Y más tarde, en la era de Francisco Camps, se censuró su presencia: no podía aparecer en imagen, ni podíamos citarlo, a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso. Cambiar recortes por ajustes; seleccionar los planos para que en una manifestación pareciera llena o vacía, según el interés... ¿Dónde estaban los límites? Yo trataba de hacer directos porque se improvisan, no existe un texto previo que pudieran manipular. ¿Era suficiente? No. Decidí irme de una empresa cuyos valores no compartía. Pero mi solicitud de adhesión al ERE fue declinada. Y esto es lo que he aprendido. Los periodistas no somos héroes. Ni kamikazes. En Canal 9 fuimos tan solo peones en el tablero de ajedrez de políticos que querían contar un mundo a su medida. No se dieron cuenta de que no pueden engañar a todos.