La solidaridad

Recortes de hoy, hambre para mañana

Las oenegés alertan de que la reducción de fondos a la cooperación puede generar a medio plazo crisis como la del cuerno de África

RAFA JULVE
BARCELONA

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Tras denunciar que el Gobierno central recortaría este año un 23% el presupuesto destinado a cooperación, es decir, una reducción de 1.200 millones de euros, la directora general de Intermón Oxfam, Ariane Arpa, lanzó en febrero una alerta que ahora, por la trascendencia mediática que ha cobrado la hambruna en el cuerno de África, resuena con fuerza: «Cuando se reducen programas agrícolas, si durante un año no puedes abonar la tierra, la cosecha no se recupera al año siguiente». Por tanto, y en eso coinciden todas las oenegés, si caen las aportaciones y los planes de ayuda a las zonas necesitadas, el riesgo de crisis humanitarias a corto y medio plazo se incrementa exponencialmente.

El presidente de la Federació Catalana de Oenegés per al Desenvolupament (FCONGD) y director de Intermón Oxfam en Catalunya, Francesc Mateu, apunta que el tijeretazo presupuestario -que en Catalunya será este año del 55%, pasando de los 49 millones de euros del 2010 a 22 para la Agència Catalana de Cooperació- tendrá poca repercusión en los planes que ya se están aplicando en el este africano porque dependen de fondos que se habían aprobado en años anteriores y que, por lo visto, han resultado insuficientes. A estos se añaden las ayudas de emergencia, fondos a los que se recurre en última instancia cuando se desboca una crisis humanitaria (el Gobierno español, por ejemplo, destinará un fondo urgente de 66 millones de euros para el cuerno de África, y el catalán, 351.900 euros). Pero ni una ni otra situación pueden ocultar, según Mateu, que la disminución de las aportaciones públicas y privadas a los programas de cooperación tenga unos efectos nefastos.

REDUCIR LA VULNERABILIDAD / El grueso de las acciones que llevan a cabo las oenegés en la lucha contra el hambre tiene unos objetivos marcados a medio y largo término. No se busca dar de comer, sino facilitar instrumentos e infraestructuras a las zonas necesitadas para que sus habitantes puedan producirse los alimentos. «Lo que se intenta es reducir la vulnerabilidad de la población para que, en el caso de que se dé una crisis, sus impactos sean menores», explica el presidente de la FCONGD. Por ese motivo, añade, las actuaciones preventivas resultan las más eficaces «e incluso más baratas, porque los costes de las medidas de emergencia suelen ser más altos».

Luis González, responsable del área de Delegaciones de Acción contra el hambre coincide con esta tesis pero añade otra señal de alarma para achacar a las reducciones presupuestarias posibles problemas que puedan surgir en breve. «Ahora se está destinando dinero al cuerno de África del poco que quedará tras los recortes. Eso ocasionará que no queden recursos para otras crisis humanitarias menos mediáticas donde el hambre es recurrente, como el Sahel o el Chaco, en Argentina. !Si en tres meses hay otra catástrofe, no quedarán fondos!», avisa.

LA TESIS DE 'PRIMERO, LOS DE AQUÍ' / También alertan las oenegés de algunas tentadoras voces que aumentan de volumen cuando la economía pasa por malos momentos. «El discurso de que primero hay que ayudar a los de aquí o solo a ellos es negativo en todos los sentidos. No se puede enfrentar unos pobres con otros. Las ayudas no deben salir de la misma caja. Y además, incluso para los que ven la situación desde una óptica egoísta, deben tener claro que la pobreza externa acabará repercutiendo en sus propios territorios», afirma el director de Intermón Oxfam en Catalunya. «Porque las crisis humanitarias están globalizadas», añade Antonio González, portavoz de la Coordinadora española de Oenegés para el Desarrollo. Países como Noruega, Dinamarca y el Reino Unido parecen tenerlo muy claro, «por eso pese a la crisis no han reducido la ayuda oficial al desarrollo».

Al margen de los Gobiernos, Ramon Jané, director del ámbito de Cooperación Internacional de Creu Roja Catalunya, recuerda que la sociedad española y la catalana «son muy solidarias» y responden «de forma espectacular cuando hay una emergencia». En el terremoto de Haití, la Cruz Roja de España fue la tercera, tras las de EEUU y Canadá, que más dinero aporto: 42 millones de euros. «Lo que hay que lograr es que las aportaciones ocasionales se conviertan en algo más continuado para proyectos de desarrollo a más largo plazo», reclama. Las oenegés, admiten sus representantes, también deberán reformularse, ser más eficientes, diversificar los apoyos...