Las pruebas de acceso a la universidad

Primer alumno 10

Carles Domingo, ayer, en el despacho de su casa que usan él y sus hermanos.

Carles Domingo, ayer, en el despacho de su casa que usan él y sus hermanos.

TONI SUST
BARCELONA

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Carles Domingo Enrich tiene 17 años y vive en Vilanova i la Geltrú (Garraf). Nacido en noviembre, siempre fue de los más pequeños de la clase, y hasta hace pocos años, el más bajito. Es el primer alumno que obtiene un 10 en las pruebas de selectividad en Catalunya. Con una sonrisa tranquila, intenta quitarle hierro y desmiente que los codos y el encierro sean el motivo de su éxito: «Realmente, estudiar estudio poco, pero eso no quiere decir que no haga nada. En clase siempre he estado atento». Esa atención diaria, dice, le permitió llegar a las pruebas sin apretones: «Lo llevaba bien de todo el curso. Cuando faltaban dos o tres días estudié dos o tres horas al día. Sobre todo, historia».

No es un empollón, asegura su hermana Emma, de 11 años, 12 en unos días. Lo corrobora Roger, otro hermano, de 15 años. Ambos obtienen excelentes siempre, como el hermano mayor. Porque la excelencia es norma en la familia: el padre, Josep, es catedrático de Ingeniería Informática de la Universitat Rovira i Virgili. La madre, Anna, informática. Como investigador, Josep es experto en seguridad y privacidad de datos -un premio en la vitrina a un joven excelente atesora su dedicación- y como progenitor dice que resulta clave el modelo que se enseñe a los hijos: «Si le pones a Messi como ejemplo...». Desde siempre, dice, ha invitado a sus hijos a fijarse en los que cada año sacaban las mejores notas de selectividad. No parece sorprendido porque su hijo sea ahora el protagonista.

«Tampoco le doy tanto valor. Está muy bien pero en septiembre ni me acordaré», dice el hijo. El año que viene, Domingo quiere empezar a la vez matemáticas e ingeniería industrial: «Pero aún no sé si he entrado», dice tímido con una sonrisa con la que concede que sin duda entrará. Tendrá que ir a Barcelona, «madrugar mucho». Porque hasta ahora iba a la Escola Pia de Vilanova, ubicada a cinco minutos de su casa: «Me levantaba a las 7.30 horas para entrar a las 8.00. Y a menudo llegaba un poco tarde». El único defecto detectado: la impuntualidad.

EL 10 QUIERE VENDER AL '10' / También Carles habla de Messi. Hace atletismo tres días por semana y también nada y va en bici y, aunque dice no ser muy futbolero, tiene claro que ha llegado la hora de que el Barça venda al argentino: «Ya ha dado sus mejores años». Y sí, dice, que se quede Neymar. Explica el alumno 10 que leer lee, pero que en dos o tres horas se le ha acabado el libro, y lo cuenta como algo realmente desalentador. Ahora está leyendo, en francés, Le capital au XXIe siècle, del economista Thomas Piketty. Dice su madre que le va bien para refrescar el idioma, que estudió durante un tiempo, como lleva unos años estudiando alemán. Él asegura poseer un buen nivel de inglés, que podrá poner en práctica este verano en Londres, adonde irá a un encuentro de ciencia internacional.

SI LA VIDA LE SUSPENDE / Carles no ha suspendido nunca. En todo el bachillerato no sacó un solo notable. Todo 10 menos una sola vez, en la que le pusieron un nueve en Filosofía. Toca preguntarle si está preparado para que un día le suspenda la vida. O, por lo menos, la universidad: «Me gusta sacar buenas notas pero no le doy mucho valor y no es muy importante. Espero no suspender en la universidad, y un suspenso me haría daño, pero no sería un drama».

A este joven no le es ajeno el panorama laboral que aguarda a su generación y dice estar preparado para irse unos años al extranjero, aunque «no para siempre». También habla de política: es independentista, como la familia, y confía en participar el próximo 9 de noviembre en la consulta que postula el president, Artur Mas. Se da la circunstancia de que Domingo cumple 18 años dos días antes, el 7-N: «Espero poder votar».