Proceso a un grupo violento

Macrojuicio a una mafia nacida en el Camp Nou

Los acusados de pertenecer a los Casuals, al inicio del juicio en la Audiencia de Barcelona, ayer.

Los acusados de pertenecer a los Casuals, al inicio del juicio en la Audiencia de Barcelona, ayer.

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Miradas duras de tipos duros. Tatuajes asomando por el cuello, los antebrazos e incluso el dorso de las manos. Algunos cráneos rapados. Los acusados de formar parte de la banda de los Casuals se sentaron ayer, tres años y un mes después de la redada de los Mossos d'Esquadra contra esa trama, en la bancada de la sala polivalente de la Audiencia de Barcelona. Los Mossos y la fiscalía acusan a este grupo, surgido entre los seguidores más violentos de los Boixos Nois, de haber organizado una maquinaria de palizas por encargo y de extorsión que tuvo atemorizados entre el 2006 y el 2009 a los propietarios de las principales discotecas barcelonesas. Para juzgarles, se ha puesto en marcha un juicio de cifras mastodónticas: 29 acusados, 160 testigos, 13 testigos protegidos, al menos dos meses de proceso y 10.000 folios de sumario. Y todo ello custodiado de forma permanente por no menos de 30 mossos, de uniforme y de paisano.

En el banquillo de los acusados se sientan 20casuals-uno no ha comparecido y será juzgado en rebeldía- acusados de integrar una organización que, según la fiscalía, se dividía en dos grupos: loscasuals, el colectivo más veterano, tipos cerca ya de la cuarentena y muchos de ellos miembros históricos de losboixos; y los minicasuals, individuos más jóvenes atraídos por el aura de violencia y poder de los primeros. Al frente de todos ellos se sitúa presuntamente el cabecilla, Ricardo Mateo, que ejercía un férreo control sobre toda la organización, hasta el punto de decidir qué encargos se aceptaban y cuáles no, así como el reparto de los ingresos obtenidos o las sanciones y castigos a los miembros díscolos. Además, en el proceso también se juzga a ocho personas acusadas de colaborar o bien contratar a esa red.

PETICIÓN DE 120 AÑOS/ Para Mateo, la fiscalía pide 120 años de cárcel. Algunos de sus lugartenientes se enfrentan a peticiones de penas de hasta 60 años. Las acusaciones son asesinato en grado de tentativa, allanamiento violento de local, tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas y lesiones, entre otros delitos.

Según las conclusiones de la fiscalía, los Casuals disponían de una «poderosa estructura» que se libraba a una «frenética labor criminal». Así «desarrollaron un importante volumen de actividad centrada en causar altercados violentos con ataques gratuitos contra la integridad física de clientes y personal en los principales centros de ocio nocturno de Barcelona». Además, «practicaron un fanatismo violento en torno al FC Barcelona».

El juicio comenzó con una ofensiva de los abogados defensores, que arremetieron contra el proceso y pidieron la nulidad de la mayoría de las diligencias. Así, los letrados reclamaron que se anularan las escuchas telefónicas, lo que, de ser concedido por el tribunal, supondría el derrumbe del proceso. El hecho de que el juez instructor las concediera para investigar un delito de lesiones es considerado excesivo por los letrados, que sostienen que se ha vulnerado el derecho de sus defendidos.

También sostienen que inutiliza esa escuchas el hecho de que sepinchara el teléfono de una víctima que se había negado a colaborar con los Mossos. Además, cargaron contra los testimonios de los testigos protegidos, denunciando que se prestaban a confusión, con lo que no generaban garantías a los acusados. La fiscalía impugnó todas esas peticiones de nulidad y aseguró que el proceso se ha ajustado a la legalidad.

La defensa sigue así la estrategia que permitió el pasado noviembre que el anterior juicio a los miembros del núcleo duro de los Casuals -se les acusaba de atraco y secuestro de narcotraficantes- quedara en nada, siendo absueltos la mayoría.

ABANDONO DE ACUSACIONES / Al inicio del juicio, dos de las tres acusaciones particulares anunciaron su decisión de abandonar el proceso, aunque parece que, más que al miedo, obedece al coste de pagar a un abogado para que asista a un proceso que puede durar cerca de dos meses. No obstante, el temor que inspira este grupo sigue vivo y no se descarta que varios testigos finalmente no se atrevan a comparecer a declarar. El juicio continuará el lunes.