La visita

Los turistas de Las Vegas

Sin corbata y con gorra 8La delegación de Las Vegas Sands, en un momento de su visita de ayer al Baix Llobregat.

Sin corbata y con gorra 8La delegación de Las Vegas Sands, en un momento de su visita de ayer al Baix Llobregat.

CRISTINA BUESA
SANT BOI DEL LLOBREGAT

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Sí que bajaron del autobús. No pisaron los caminos sin asfaltar del Parc Agrari pero sí que vieron el Baix Llobregat desde distintos puntos de vista. Procedentes del aeropuerto de vuelos privados de Bedford, al noreste de Boston, los hombres de Adelson aterrizaron poco antes de las diez de la mañana en Barcelona. Iban con algo de retraso porque se les esperaba a las nueve, pero enseguida se adaptaron al programa previsto.

De hecho, el programa no era uno, eran varios. El helicóptero de los Mossos d'Esquadra que desde antes de las ocho sobrevolaba toda la zona que debían visitar iba informando al detalle de los posibles puntos calientes del recorrido. Había plan A, plan B y plan C, en función de si la protesta de los opositores podía cambiar el curso de los acontecimientos. Pero al Govern le salió todo a pedir de boca. Probablemente la delegación ni se enteró de que había quienes no les consideraban bienvenidos.

Una docena de miembros de Aturem Eurovegas habían desplegado pancartas en la zona de llegada de los vuelos corporativos de El Prat, pero los miembros del consejo de administración de Las Vegas Sands ni se enteraron. Además, la policía autonómica ya se preocupó de entorpecer su salida del edificio aeroportuario. Pidiéndoles la documentación permitieron que el minibús que llevaba a los colaboradores de Adelson saliera en dirección a la playa. Lo primero que vieron fue el arenal de Viladecans, donde se emplazarían las últimas fases del macrocomplejo.

Los cicerones

La mayoría de los 14 hombres de Adelson vestían como turistas. Tres hasta se protegían del sol con una gorra. En mangas de camisa y con gafas oscuras, iban acompañados de tres responsables del Govern. Al frente, el secretario de Territori i Mobilitat, Damià Calvet. Junto a él, el director del Incasòl, Josep Anton Grau, y la arquitecta Elisabet Cirici, que viajó junto alconsellerde Territori, Lluís Recoder, a Las Vegas en marzo y que, como Calvet y Grau, conoce al milímetro los terrenos de El Prat, Sant Boi, Cornellà y Viladecans.

El consejo de administración llevaba bajo el brazo un mapa de los terrenos. «Barcelona project. Site map» (Proyecto de Barcelona. Mapa del lugar), se leía. Y en la parte inferior estaban el logo de la Generalitat y la fecha de la visita. Como en todo grupo, había quien atendía, escuchaba, preguntaba, asentía con la cabeza... Y también quien se dedicaba a hacer fotos, sonreír a los periodistas y hasta levantar el pulgar en señal de complicidad.

Zancadilla policial

Los Mossos hicieron con los informadores lo mismo que con los opositores. Pidieron acreditaciones, papeles del coche... Trataron de retrasar el seguimiento de la comitiva. Pero tras la zancadilla policial, encontrar de nuevo a la delegación fue sencillo. Estaban junto al campo del Espanyol, sobre un puente, para ver desde más cerca la zona donde se instalarán los edificios más altos, donde las servitudes aeronáuticas lo permiten.

Después debían ir al puerto de Barcelona a conocer los cruceros, pero estaban cansados, así que lo dejaron para la tarde. Fueron al paseo de Gràcia, donde se hospedaron en el Hotel Mandarin, a escasos pasos de algunas de las joyas modernistas de Barcelona. A las 13.30 horas, ya vestidos de ejecutivos, traje y corbata, subieron otra vez al bus hasta el palacio de Pedralbes, donde elpresidentArtur Mas les invitó a un almuerzo con una restringida representación del Govern.