JUICIO EN LA AUDIENCIA DE BARCELONA

Petición de cárcel para un monitor por abuso sexual en una ludoteca

Ronald A. M., ayer, en el banquillo de los acusados de la Sección 10 de la Audiencia de Barcelona.

Ronald A. M., ayer, en el banquillo de los acusados de la Sección 10 de la Audiencia de Barcelona. / JOAN CORTADELLAS

J. G. ALBALAT / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se oyó en la sala una voz de niña. «Me toco las tetas». L. no estaba y su declaración se escuchó a través de un televisor. Era lo que se denomina una prueba constituida. Como es menor, fueron unos psicólogos quienes en su día le tomaron declaración. La niña acusó entonces al monitor de una ludoteca de Llinars del Vallès (Vallès Oriental) de abusar sexualmente de ella en el 2012 aprovechando un juego. El tribunal que ha juzgado este martes en la Audiencia de Barcelona a Ronald A. M. no se perdió detalle de las palabras de la víctima. El fiscal solicitó para el acusado cuatro años de prisión, cinco de libertad vigilada tras cumplir la condena y tres de inhabilitación para ejercer una profesión vinculada a menores.

La acusación pública sostiene que entre abril y junio del 2012, el acusado, practicando un juego al que llama el puño de la muerte (consiste en poner el puño en el abdomen y con el movimiento de los dedos hacer cosquillas), manoseaba los pechos a la niña, que entonces tenía 10 años, llegando incluso a introducir la mano dentro de la camiseta y del sujetador. En otras ocasiones, según el relato de la fiscalía, aprovechando que la menor estaba de pie apoyada en un mostrador, el monitor se puso detrás de ella e introdujo las manos dentro del pantalón, acariciando la zona genital. En diciembre del 2012, se sentó al lado de la niña y le dio un beso en la boca.

ROZAMIENTOS

En su declaración en el juicio, Ronald A. M. ha negado con rotundidad que hiciera tocamientos a la niña "conscientemente", pero admitió la posibilidad de que involuntariamente pudiera rozar a la menor en los pechos cuando esta se movía durante el juego. El acusado insinuó que L. podía estar influenciada por una amiga suya. También rechazó que hubiera tocado la vulva a la niña y que le diera un beso. Una compañera profesional le echó una mano y explicó que el imputado era incapaz de abusar de una niña.

El padre de L. ha detallado que la menor, que desde hacía tiempo se mostraba reticente a ir a la ludoteca porque se aburría, se decidió a relatar lo que sucedía en el colegio en un ejercicio de tutoría, en el que se instaba a los alumnos a que expresaran lo que les preocupaba. La directora del centro llamó entonces a los padres de la niña y se presentó la denuncia.

Los psicólogos que examinaron a L. y le tomaron declaración han afirmado que su relato es "compatible con hechos vividos", dado que es «coherente» e incluye muchos detalles y bastantes "elementos de contextualización".