RESULTADO DE LAS ELECCIONES ANDALUZAS

Díaz acierta y gana y el PP se desmorona

Susana Díaz celebra el triunfo.

Susana Díaz celebra el triunfo. / periodico

GEMMA ROBLES / JUAN RUIZ SIERRA / MADRID / SEVILLA

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Después de semanas y semanas de debates en las sedes de los partidos y los medios de comunicación sobre si la socialista Susana Díaz acertaba o erraba al adelantar comicios, anoche, con el escrutinio final de las elecciones en Andalucía, llegó la respuesta. A la vista del resultado --47 escaños para el PSOE-A, mismo número de parlamentarios que en el 2012 aunque con notable pérdida de porcentaje de votos--, su estrategia fue certera y oportuna para su objetivo de mantener el poder (aunque tendrá que pactar para poder legislar), y dar una lección a los dirigentes de IU, los que fueron sus socios de gobierno en la anterior legislatura y que amagaron con dejarla en la estacada. Ahora han de conformarse con solo cinco escaños, dejándose siete en el camino. Certera y oportuna para inyectar en vena una victoria ansiolítica a un PSOE que hace tiempo que no saboreaba un triunfo en las urnas y que, en un año que es electoral de principio a fin, puede beneficiarse de haber empezado el maratón de comicios con buen pie. Otra cosa será la guerra interna de liderazgos que está por llegar, en la que Díaz parece tener mucho que decir.

Certera y oportuna la apuesta de la que seguirá siendo presidenta de la Junta para demostrar su tesis de que podía ser ella la primera que otorgase un buen golpe (enorme, al pasar de 50 a 33 escaños) al PP de Mariano Rajoy en el 2015, colocando a los conservadores en una tesitura complicada: al desgaste gubernamental que acumulan tras cuatro años de políticas de recortes se suma, ya sin duda, la velocidad con la que en los últimos meses está creciendo Ciudadanos, el partido que lidera Albert Rivera (que parece alimentarse fundamentalmente de voto popular defraudado) como también quedó anoche de manifiesto. De hecho, esta organización política recién llegada a Andalucía podría ser clave en futuros pactos, si no en el seno de la Junta, sí en el Parlamento regional con acuerdos concretos.

LECTURAS A NIVEL NACIONAL

Certera y oportuna para frenar --que en ningún caso evitar-- el ascenso de Podemos, que consigue un gran resultado pasando de 0 a 15 escaños en el Parlamento andaluz, pese a que su resultado tiene sabor agridulce por haber creado tantas (¿demasiadas?) expectativas basadas en las encuestas, que apuntaban la posibilidad de obtener hasta 20 asientos o más en la Cámara andaluza.

Y certera y oportuna la estrategia de Díaz si, como podían temer en el cuartel general de los socialistas y es probable que también en el de los populares, la líder del PSOE-A pretende mantener su proyección y tirón político también a nivel nacional, puesto que inevitablemente el resultado del 22-M será analizado en clave española en muchos sentidos. De lo que consiga Pedro Sánchez en las autonómicas y municipales dependerá en buena parte amortiguar las cábalas que pueden surgir sobre el hipotético paso adelante de una triunfante Díaz para hacerse, a medio plazo, con las riendas del PSOE.

MENSAJE AL BIPARTIDISMO

Pero el panel electoral que deja el 22-M en Andalucía (resumiendo: 47 escaños del PSOE; 33 del PP; 15 de Podemos; 9 de Ciudadanos y 5 de IU, mientras que UPD fracasa estrepitosamente y no logra siquiera representación parlamentaria) no permite esa "estabilidad clara" que decía buscar Díaz con su adelanto electoral. En eso no ha acertado, puesto que lo quiera o no tendrá que remangarse para encontrar quien le garantice apoyo a sus proyectos de gobierno, ya sea con un socio parlamentario estable --Ciudadanos parece acumular todas las papeletas--, o practicando la geometría variable. En todo caso, fue la propia presidenta de la Junta quien adelantó que en ningún caso pensaba llegar a acuerdos con el PP o con Podemos.

Díaz tiene ahora unos días por delante para disfrutar de su victoria, preparar su investidura y reflexionar sobre las alianzas que debe o puede trabar en un momento en que, pese a todo, los andaluces han optado por fragmentar y, por lo tanto, obligar a los políticos de los partidos tradicionales a que se entiendan entre ellos o lo hagan con las fuerzas políticas emergentes sí o sí. El bipartidismo sigue recibiendo en las urnas mensajes de alerta de los ciudadanos, aunque esta vez el PP se ha llevado la peor parte.

Rajoy y los suyos, por tanto, están obligados a repensarse y a abandonar ese tono de superioridad con el que últimamente 'mitinean' si no quieren que el descalabro andaluz pueda repetirse en otros territorios en mayo. Calificar, como hizo el sábado el presidente del Gobierno, de "zascandiles, tertulianos y 'amateurs'" a los que llegan a la política con fuerza y para quedarse, por lo que se vio en las elecciones europeas y se ratificó ayer con los 15 escaños de Podemos y los nueve del partido de Rivera, no parece ser buena estrategia. Los recién llegados avisan y los votantes, también.