El PSC se asoma al cisma

Navarro demanda a su partido que sea «valiente» en favor de una consulta acordada

El primer secretario del PSC, Pere Navarro, durante el consejo de la igualdad celebrado ayer por su partido.

El primer secretario del PSC, Pere Navarro, durante el consejo de la igualdad celebrado ayer por su partido.

JOSE RICO / Barcelona

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Si un doctor atendiese al paciente socialista, es probable que el diagnóstico, sea cual sea el dirigente en tratamiento, fuese que existen síntomas de miopía. Cada sector del PSC, oficialista o crítico, observa bien la realidad que le rodea, pero ve borrosa la que le queda más lejos. El núcleo duro de la dirección, de raíz metropolitana, se afana en taponar la enorme fuga de votos que nutre a Ciutadans en la zona más poblada de Catalunya, pero descuida, según denuncia el ala catalanista, la pérdida de fortaleza en el resto del país, de la que sacan petróleo CiU, ERC e ICV. Esta diferencia de lente explica la guerra que libran la dirección y los críticos desde que el PSC fue desalojado de la Generalitat, agravada por la pulsión independentista que se ceba con los partidos históricamente centrales.

Diagnosticada la dolencia, el consejo nacional puede empezar a clarificar hoy si estos dos enfoques tan antagónicos son capaces de seguir conviviendo. De la reunión saldrá una resolución que fijará, en principio, qué deberán votar los 20 diputados del Parlament cuando se debata la solicitud al Congreso de la consulta. El primer secretario, Pere Navarro, apuesta por un rotundo no, de forma que, si quieren salirse con la suya, los críticos deberán persuadirle -como intentaron ayer al hacerle llegar su propuesta de resolución-, porque lo que está claro es que se impondrá las tesis de la dirección.

Navarro reiteró ayer -en una sesión del consejo de igualdad del PSC-, que «hay que ser valientes para defender» el camino de una consulta acordada con el Estado. El primer secretario sostuvo que su partido tiene «una propuesta clara» sobre el debate territorial.

El sector catalanista defiende que hoy tiene más apoyos entre la militancia de los que obtuvo en el último congreso, el 25%, y en ello justifica su presión a Navarro. La mayoría de las bases, un 75%, se alinea con la cúpula, regida por los discípulos de aquellos capitanes que se hicieron con el control del PSC en 1994. La composición de la ejecutiva responde al mismo patrón, fruto del pacto entre Navarro y las dos cabezas visibles de las corrientes críticas, Àngel Ros y Joan Ignasi Elena, en el último congreso.

EL 'PINYOL' SOCIALISTA / En dos años, el primer secretario ha cimentado un núcleo duro en el que destacan el secretario de acción política, Antonio Balmón (tótem del Baix Llobregat y figura más temida por los críticos), el portavoz en el Parlament, Maurici Lucena (dirigente de plena confianza de Navarro) y las alcaldesas Núria Marín y Núria Parlon (adscritas al ala más antisoberanista). No está en la ejecutiva, pero el otrora número dos Miquel Iceta mantiene el influjo sobre la estrategia ideológica. A él le atribuyen los díscolos la decisión de romper con el proceso soberanista.

Los críticos no han logrado forjar una marca única, pero comparten actos, sincronizan estrategias y hasta rompieron juntos la disciplina de voto en enero. En el entorno de Avancem, la corriente de Elena que acentúa el mensaje izquierdista, orbitan dos dirigentes jóvenes de sólido perfil: Laia Bonet y Rocío Martínez-Sampere. El Agrupament Socialista de Ros y Marina Geli representa la corriente más soberanista. Se inscriben en ella los exconsellers Antoni Castells, Montserrat Tura y Joaquim Nadal, pero su distanciamiento del partido es cada vez mayor.

Ni la dirección ni los críticos quieren ser los que rompan la baraja (los carnets, en este caso) pero hoy el PSC se asoma a su propio cisma.