REPERCUSIONES DEL VEREDICTO DE LAS URNAS

Iglesias evita reconocer errores y pide una alianza progresista

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en su comparecencia de prensa en la sede del partido, ayer en Madrid.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en su comparecencia de prensa en la sede del partido, ayer en Madrid.

IOLANDA MÁRMOL
MADRID

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Progresista es una palabra completamente ajena al  argumentario de Podemos. Y, sin embargo, Pablo Iglesias la pronunció ayer contra todo pronóstico para definir una posibilidad de Govern en la que la fuerza morada se sentiría cómoda y que sonó a eufemismo para evitar pronunciar el término maldito: izquierda, esa etiqueta que en Podemos no se quiere encuadrar. Pero lo que dibujó el secretario general sin mencionarlo fue exactamente la vuelta al eje tan repudiado por el partido lila, el de izquierda y derecha. El batacazo electoral de la candidatura Sí que es Pot -11 diputados- obliga al politburó podemita a imponer una lógica de supervivencia para aparecer ante la opinión pública, no como una fuerza vapuleada, sino como un partido con opciones potenciales ante las generales de diciembre.

¿Cuál es la fórmula? Un Govern formado por Sí que es Pot, ERC, la CUP y el PSC. Iglesias explicita ahora una opción con la que ya había jugado en campaña, pero, con lo escuálido del resultado, elimina la exigencia de que Lluís Rabell presida ese eventual Ejecutivo «progresista». La condición a la que Podemos no renuncia: la cabeza de Artur Mas y de todos los diputados de CDC. «Me entiendo cuando hablo con Joan Tardà [ERC], con gente del PSOE cuando no están crecidos por los resultados electorales y con la CUP», señaló Iglesias ante el baile de posibilidades que se abren tras el 27-S.

Para el secretario general, las diferencias que sostienen los distintos partidos ante el reto independentista no es un escollo infranqueable, puesto que esa «mayoría progresista» permitiría que «convivan diferentes opciones jurídicas». Si el líder de Podemos fue ambiguo en su discurso durante la campaña, la pesadilla de los resultados electorales ha ayudado a clarificar su mensaje: Iglesias se compromete a convocar un referéndum si gana las elecciones legislativas de diciembre, aunque defendería la opción del no porque su objetivo es construir un proyecto de país, España, en el que quepa la nación catalana.

NO HAY ERRORES / La dirección de Podemos admite que los resultados en Catalunya son «tristes» y «decepcionantes», pero no reconoce errores de forma explícita, sino que prefiere hablar de «decisiones arriesgadas». A pesar del batacazo en las urnas, Iglesias asegura en público que la hoja de ruta marcada para las generales no se va a variar y recuerda que si no salen en primera posición en la parrilla de salida de las generales, aún pueden remontar la carrera. Como solía hacer el mítico piloto de fórmula 1, Ayrton Senna, nada más y nada menos. Será por épica.

En la sede podemita, sin embargo, el discurso de la épica tiene menos gancho que en la calle. Los miembros de la ejecutiva tienen claro que si esta sensación de perdedor se instala, Podemos puede acabar convertido en el relevo de IU, en lugar de ocupar la hegemonía del espacio político del PSOE con la que sueña desde hace año y medio.