Dos miradas

Tragarnos Eurovegas

EMMA RIVEROLA

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Cada día parece más real la posibilidad de que Eurovegas recale en Catalunya y, con la proximidad, las voces contrarias al macroproyecto de juego y ocio se elevan. Ante todo, Eurovegas es una cura de humildad. Es el reflejo de lo que somos y hace añicos la imagen de lo que querríamos ser. Aunque nos llenamos la boca de palabras como biomedicina o biotecnología, la realidad es que no somos la tierra de la innovación, somos el territorio del parado, de los miles de jóvenes sin formación profesional, del horizonte sin futuro. Somos el pequeño país que desmanteló su tejido industrial y vendió sus fábricas para convertirlas en pisos. Despedimos a los investigadores que huyen en busca de un futuro y damos la bienvenida a un turismo que aún nos da de comer. No nos gustaAdelson ni mucho menos el mundo del hampa que atrae su negocio. Pero la mafia ya se pasea por las calles de Barcelona, ya comemos tapas en sus locales y los burdeles se han adueñado de La Jonquera. Del blanqueo de capitales, desde que la amnistía fiscal del Gobierno bendice el dinero en efectivo, mejor ni hablemos. Eurovegas es un sapo que no gusta a nadie, pero ¿hemos sabido construir alternativas? ¿Durante tantos años de bonanza supimos sentar la base de lo que queríamos ser? Aquí y ahora, para las miles de familias en paro, ¿tenemos algo mejor que los sueños que aún nos hacen sentir superiores?