El epílogo

Patrón de patrones

ALBERT SÁEZ

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Cierta prensa dedicó la semana pasada ríos de tinta a reclamar la renovación de las organizaciones sindicales. No les falta razón en el planteamiento aunque esconda oscuras intenciones. Algunos querrían un mundo sin sindicatos. Se les olvidó cómo fue ese mundo. Harían bien en releer estos días los artículos que escribió el poetaMaragalla propósito de la Semana Trágica. Pero, paradojas de la vida, todo apunta a que la renovación va a llegar primero a la patronal que a los sindicatos. El inefableGerardo Díaz Ferránanunció ayer que convocará elecciones. Ya era hora. Algún día los historiadores del futuro nos explicarán con pelos y señales hasta qué punto la huelga del

29-S fue consecuencia de la desidia de los empresarios con su máximo representante.

La concertación

Desde el inicio de esta crisis muchas voces han reclamado una reedición de los famosos Pactos de la Moncloa. Se lo han pedido aZapateroy aRajoy, pero nadie se lo reclamó aDíazFerrán olvidando el decisivo papel que tuvo en ellos un predecesor suyo:Carles Ferrer Salat.

La concertación social es una de las bases de la economía social de mercado, el sistema que consagran el Tratado de la Unión Europea y la Constitución de 1978. Y la concertación es imposible sin una buena interlocución. Quienes reclaman a los sindicatos que se reencuentren con sus bases, deben aclarar siDíaz Ferránha sido un digno representante de lasbasesempresariales o un error de calado. Y quienes piensen que ha sido un representante indigno deben presentarse a las próximas elecciones de la CEOE como alternativa y no como herencia. DeFerrer SalataJosé María Cuevasya hubo un retroceso que se acentuó conJuan Jiménez Aguilarhasta desembocar en un patrón de patrones con la empresa en quiebra. Los empresarios partidarios de la concertación, los que cada mañana levantan la persiana de su fábrica, deben volver a tomar las riendas de la organización patronal. Ni estas elecciones de la CEOE ni las previas en Foment del Treball las pueden ganar los aparatos, sino los empresarios.