El epílogo

¿Nos queda Portugal?

ENRIC HERNÀNDEZ

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Cayó al fin Irlanda, la última (por ahora) pieza de la tambaleante estructura de dominó en la que, zarandeada por la crisis financiera, se ha convertido la zona euro. La dolencia irlandesa, es cierto, presenta un cuadro clínico diferente del griego, como distintos son los males que aquejan a las finanzas de Portugal y España. Pero, siendo dispares los achaques, la patología -el conjunto de síntomas- de los cuatro países presenta tales similitudes que cuesta imaginar que la evolución de la enfermedad y el tratamiento de choque a aplicar difieran entre unos y otros.

España y Portugal no han falseado sus cuentas como hizo Grecia, ni sus bancos y familias han contraído un endeudamiento parejo al de los irlandeses. Pero los vecinos ibéricos compartimos tasas de déficit que nos convierten en presa fácil para los inversores, que ya han aprendido la lección: si hay dudas sobre la capacidad de un país para devolver el dinero prestado, basta con atacar su deuda soberana mediante la venta masiva de sus bonos, para así asfixiarlo y forzar a Europa a acudir al rescate y asegurar los pagos. El primer embate especulativo, en primavera, obligó aJosé Luis Rodríguez Zapateroa ejecutar un tijeretazo del gasto público doloroso, a lo que se ve aún inconcluso. E insuficiente.

Ni la subida fiscal; ni la congelación de las pensiones; ni la rebaja salarial de los funcionarios; ni el recorte de la inversión pública; ni el nuevo marco laboral, pendiente de desarrollo; ni la anunciada reforma de las pensiones... Ninguno de los ajustes acometidos o programados ha aplacado hasta ahora a los especuladores. Y cuesta creer que la solución sea reclamar un diezmo a las 25 grandes empresas del país, como parece rumiarZapatero.

Medidas urgentes

Abandonado a su suerte por el PP, pero apuntalado por el PNV, el Gobierno debe tomar medidas urgentes para no seguir la estela irlandesa, pues nada garantiza que los mercados se ceben antes con el vecino luso que con España. Ya no vale el dicho «menos mal que nos queda Portugal», título de un vinilo de los 80 obra, por cierto, de Siniestro Total.