Al contrataque

Lealtades

MANEL FUENTES

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Yo pensaba que donde descansaba y crecía la lealtad era en la confianza. Confianza en el otro. En que su acción pública merece respaldo y entrega. Pero estos días la actualidad me ha dado muestras paradójicas del concepto.  Mientras leo en la prensa que Oriol Junqueras está dispuesto a entrar en el Govern, le escucho decir que solo lo hará para gobernar según su ideario y que en caso de divergencia, como él  sería el socio, pues que no se haría lo propuesto, impidiendo que tampoco se pudiera pactar con otros partidos. ¿Sería eso lealtad o utilización del Govern de Mas? ¿Existe confianza, pues, o mientras uno rema el otro saca pecho? Imagino que hay matrimonios que así han durado años, pero al final siempre hay una parte que acaba necesitando tratamiento psicológico, y normalmente es la que más da, hasta que la otra parte lo consume.

También veo las manifestaciones a favor de la República que hay en España y las críticas por la actuación policial retirando banderas republicanas de algunos balcones. Según las encuestas, la mayoría es favorable a Felipe VI, y el resto debería poder expresarse en libertad. Además, tal y como cuenta mi admirado Javier Marías, ante la posibilidad de que el presidente de la hipotética República fuese Aznar, Bono, Aguirre o Julio Anguita, creo que don Felipe cada vez tendrá más leales.

Pero, definitivamente, de lo que quería hablarles hoy es de quién tiene el poder, que no es ni la Generalitat ni la Corona por más detractores que tengan. Hoy quien hace y deshace es el Gobierno con mayoría absoluta del PP. Aprobando una reforma fiscal contra las recomendaciones de Bruselas con beneficios básicamente para las grandes empresas y rentas, con una inacción pasmosa ante el desafío de la consulta catalana, y en algunos casos con actuaciones personales más que cuestionables. Hablo del ministro de Justicia.

En familia

Leo en EL PERIÓDICO que su segundo hijo, tras chocar con otro vehículo con claros síntomas de embriaguez, se dio a la fuga cargándose dos retrovisores de otros coches, poniendo en peligro la vida de un peatón y refugiándose en casa de papá. Y allí, los guardaespaldas impidieron que los agentes le hicieran el test de drogas y alcohol. ¿La lealtad de estos pistoleros a los que pagamos todos es a la ley o a don Alberto y familia? Y el ministro, ¿juró lealtad a la Constitución o a encubrir el posible delito? El ministro, que ya estaba en el ojo del huracán por sus leyes retrógradas y por cómo se gestionó el indulto al conductor ebrio que mató a otra persona, ahora de facto parece que también se aplica otro indulto a su hijo. Y así, a algunos de los que abortan la vida de los demás o la ponen en riesgo, fruto del alcohol y la gasolina, el ministro los disculpa o los encubre. Curioso. Ministro, que tenga usted un feliz martes, en familia.