EDITORIAL

A las puertas del 'Grexit'

Ni lo de Grecia es una lucha de democracia contra neoliberalismo ni son de recibo algunas exigencias de la troika

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La zona euro navega por aguas desconocidas y muy peligrosas. En una decisión unilateral, Alexis Tsipras ha anunciado para el 5 de julio un referéndum sobre el plan de rescate de Grecia que solo puede calificarse de error. Resumiéndolo mucho, la zona euro se encuentra a un paso de la ruptura porque el 98% no ha sido capaz de encontrar una solución a los problemas del 2%, que es el peso de Grecia en el club del euro. Este Grexit  para el que ayer el Eurogrupo se preparaba (y que se escenificó con el abandono de Yanis Varoufakis de la reunión) sería, de consumarse, un fracaso sin paliativos no ya de la construcción europea, sino de su misma economía y de su capacidad para gestionarla, con consecuencias imprevisibles para el resto de países del euro. El referéndum, al dar por concluida la negociación, conduce a la eurozona hacia ese escenario.

La consulta es presentada por Atenas como una respuesta al «ultimátum» que a su juicio suponía la última oferta de la troika, una salida pretendidamente democrática al callejón sin salida al que los acreedores han llevado a Grecia. Tsipras dice que lo único por lo que se preguntará a los griegos es por el último plan de rescate, y no por la salida del euro. Si es así, no se entiende cómo un Gobierno que fue elegido en enero para renegociar el plan de rescate en solo seis meses devuelva la decisión sobre esa renegociación a los ciudadanos que lo eligieron con ese mandato. Que la troika considere que el referéndum supone una ruptura de las negociaciones y que Tsipras replique que es su respuesta a la ruptura de las negociaciones que supuso la última oferta de la troika solo es una escenificación más del desastre.

El Eurogrupo, sin Grecia, preparaba ayer medidas para blindar la zona euro a partir del lunes frente a turbulencias o fugas de depósitos. Se espera una reunión clave del Banco Central Europeo, con el espectro del corralito griego sobre la mesa. Bruselas habla de irresponsabilidad y Atenas impulsa un falso debate de democracia contra neoliberalismo. No lo es, de la misma forma que no es de recibo todo lo que los griegos han sufrido desde el 2009 ni algunas de las exigencias de los acreedores (parece que no basta con reformar, sino que hay que reformar donde la troika diga). Entre todos, han hecho que el Grexit se haya convertido en una amenaza muy real no solo para Grecia, sino el euro.