crisis migratoria

La historia de la humanidad

El 85% de los refugiados y desplazados de todo el mundo están en países en vías de desarrollo

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Rosa Massagué

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Empecemos por el principio. La historia de la humanidad es la historia de las migraciones. De gentes que escapan de la muerte en una guerra y de gentes que huyen del hambre y buscan entornos que permitan su supervivencia. Esto es así desde que el mundo es mundo. Todos somos la acumulación de sedimentos humanos que la historia ha ido depositando en distintos periodos y, como en todo poso, la pureza no existe, por mucho que uno se vanaglorie de tener ocho apellidos vascos, catalanes, bávaros o macedonios.

Lo que no ha conseguido la humanidad es mejorar nuestra capacidad de memoria, incluso de la reciente. En esta Europa que acabaremos convirtiendo en una fortaleza que, por mucho que se lo propongan, no será inexpugnable, ¿quién se acuerda de que en 1945 esta misma Europa era toda ella una tierra yerma por la que se movían miles y miles de personas sin nada? Alemania sola generó 11 millones de desplazados y refugiados en su propio territorio ¿Quién se acuerda de las largas hileras de republicanos españoles camino de la frontera en 1939?    

Olvidadas están las hambrunas en Irlanda o la miseria en Sicilia y en zonas montañosas del Mediterráneo. Nadie recuerda que los hombres y mujeres salidos de aquellas tierras europeas contribuyeron a hacer grande a América, la del norte y la del sur, antes de que se lo propusiera a su manera, cerrando las fronteras y separando a padres e hijos, un descastado hijo de una inmigrante escocesa y nieto de inmigrantes alemanes llamado Donald Trump.

Los europeos descubrimos ahora que hay miles y miles de personas dispuestas a buscarse la vida en Europa aún a costa de perderla en el camino con tal de huir de la guerra o el hambre. Pero otros antes que nosotros lo han descubierto. El 85% de los refugiados y desplazados de todo el mundo lo están en países en vías de desarrollo.   

Devoluciones en caliente

Y Europa, con toda la riqueza, la democracia y la defensa de los derechos humanos, solo sabe proponer medidas como el cierre de fronteras, las devoluciones en caliente, se limpia las manos pagando a terceros países para que se encarguen de controlarlos o, última novedad, la creación de plataformas de desembarco fuera de la Unión Europea.

La UE está dividida, pero también desarbolada. Han aparecido dos Europas la del grupo de Visegrado formado por los países del centro y del este que ya han cerrado sus fronteras, y la vieja Europa fundacional. Es esta una Europa en la que la cuestión migratoria ha debilitado como nunca a Angela Merkel, es una Europa en la que el representante de un partido que logró el 17% de los votos, Matteo Salvini, se ha erigido en el hombre fuerte de un Gobierno xenófobo, dispuesto a cargarse todos los principios contemplados en el Tratado de la UE.

El neofascismo ya está aquí para satisfacción de grandes ‘demócratas’ como Trump y Vladimir Putin. Nos dirán que la culpa es de la inmigración. La culpa será de quienes han renunciado al principio de humanidad, del cortoplacismo de los gobernantes en campaña electoral permanente, que nos están llevando al desastre.