Nuevo escenario político
Fin de ciclo
Una convocatoria electoral terminaría de poner al PP patas arriba, tanto si Rajoy intentara ser candidato vitalicio como si diera un paso atrás
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
Escribir sobre Rajoy y hablar de fin de ciclo es correr uno de los mayores riesgos de mi carrera profesional. Primero, porque él siempre está ahí. Y después, porque conviene no subestimar su suerte y su capacidad de supervivencia política con técnicas tan peregrinas como la de no hacer absolutamente nada, salvo esperar. No obstante, es evidente que algún día olfatearemos el principio del fin de Rajoy y estaremos acertando. En mi opinión, ahora huele mucho a decadencia. Y no porque yo piense que la moción de censura impulsada por el PSOE puede prosperar. Evidentemente, es posible. Pero tengo muchas dudas de que sea viable. Creo que el ocaso de Rajoy ya está aquí porque la situación del PP, su mala imagen, su nula conexión con la ciudadanía, su complicadísimo horizonte judicial, su falta de proyecto nacional y el desánimo interno son ya demasiadas losas.
Fuera de órbita
El presidente del Gobierno ha reaccionado con virulencia a la moción de censura impulsada por el PSOE. La pregunta es: ¿qué esperaba Rajoy que hiciera la oposición, una vez que se emitió la vergonzante sentencia de la 'Gürtel'? ¿De verdad pensaba que se podían quedar sentados como si nada? ¿Tan alejado está de la realidad? La respuesta a esta última pregunta me temo que es un 'sí'. Rajoy está fuera de órbita. Y se ha puesto en manos de gente que también lo está, como se vio con el "os jodéis" de su jefa de prensa ante una protesta de pensionistas.
Se cabrea el líder del PP porque la oposición hace de oposición, se niega a pedir perdón por la corrupción alegando que ya lo han hecho muchas veces (falso) y desprecia al tribunal por poner en cuestión su credibilidad como testigo. Lo del respeto a los jueces, ya tal. Sugiere Rajoy que los certificados de credibilidad los reparten los ciudadanos con su voto. No, hombre; porque entonces, él mismo tendría que empezar a mirar de otra manera a los líderes independentistas de Catalunya. Por último, el presidente del Gobierno ha reprochado al PSOE que esté poniendo en juego "la estabilidad del país" con la moción de censura. ¿A qué estabilidad se refiere exactamente, cuando está en cuestión la unidad de España y vamos a un escándalo de corrupción por día?
En cualquier caso, y aunque apeste a ocaso, Rajoy tiene aún cosas a su favor, al margen de ese instinto de supervivencia mundialmente reconocido. Puede salvarse otra vez por la torpeza de Pedro Sánchez, que tendría los votos suficientes para ir a elecciones después de la moción y se resiste, le supera su ambición y no le salen los números en las encuestas. Además, es inaudito, pero el líder del PSOE ha registrado la moción sin hablar con ningún partido. Casi ni con el suyo. Y esto demuestra que estaba más interesado en el golpe de efecto que en el costoso trabajo de buscar apoyos. En mi opinión, es precisamente una convocatoria electoral lo que terminaría de poner al PP patas arriba, tanto si Rajoy intentara ser candidato vitalicio como si decidiera dar un paso atrás. El trauma interno será inevitable.
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