El mapa de las telecomunicaciones
El espacio catalán de comunicación
El servicio público audiovisual se ha vuelto raquítico y la oferta en lengua catalana ya es residual
Enric Marín
Periodista y profesor de la UAB
ENRIC
Marín
Hace unos 30 años, Josep Gifreu y Miquel de Moragas, entonces profesores de la Universitat Autònoma de Barcelona, pusieron en circulación la noción de espacio catalán de comunicación. Con este concepto se englobaba el conjunto de medios de comunicación de expresión catalana y se fijaba la necesidad de vertebrar un sistema comunicativo propio que garantizara un mercado cultural sostenible y la normalización del uso social del catalán en un entorno de comunicación de masas plenamente maduro. Era la continuidad de propuestas hechas por el Congrés de Cultura Catalana al final del franquismo, o por el Informe McBride de la Unesco (1980).
Durante los primeros 20 años esta idea tomó forma, no sin dificultades. Se partía de la base de una red de comunicación local potente y la creación de TV-3 y Catalunya Ràdio significó un impulso inicial muy importante. Luego las dobles ediciones catalán/castellano de diarios como EL PERIÓDICO o la aparición de radios privadas en catalán y de los primeros diarios digitales, como Vilaweb, parecían consolidar la normalización. La irrupción de las comunicaciones electrónicas invitaba a pensar en un desarrollo vigoroso del espacio comunicativo catalán, pero en los últimos 10 años los indicadores hablan de estancamiento o retroceso. Las razones son diversas, pero el núcleo duro del problema radica en la relación de la mutación de las tecnologías de la comunicación y la regulación estatal. Esto se ve de forma diáfana en la que sigue siendo la columna vertebral del sistema comunicativo: la industria televisiva.
LAS COMPETENCIAS DE LA LEGISLACIÓN BÁSICA
De acuerdo con la ordenación legal vigente, el Estado tiene las competencias de la legislación básica en materia de medios audiovisuales y las comunidades autónomas la desarrollan. Pero respecto a las telecomunicaciones, el Estado tiene competencias exclusivas en lo que se refiere a la política de espectro, telefonía fija y móvil o comunicaciones electrónicas. Así, mientras el sistema audiovisual se desplegó desde una gestión analógica del espectro radioeléctrico, la existencia de la CCMA, IB-3 o Canal- 9 permitió una cierta normalización. Y el proyecto de la reciprocidad de las señales entre Catalunya, València y las islas era un paso lógico hacia la normalización.
Pero la minorización de la oferta televisiva en catalán ya había comenzado a finales de los 80 con la regulación estatal de las concesiones de televisiones privadas. La nueva oferta, centralizada en Madrid, era toda en castellano, sin desconexiones territoriales. La posterior regulación estatal de la TDT permitió multiplicar la oferta televisiva en abierto haciendo más pequeño el nicho de la oferta televisiva en catalán. Gobernando en Madrid y en València, el PP hizo lo imposible para impedir la recepción de TV-3 en València y remató la jugada cerrando la radiotelevisión pública propia.
LOS DOS GRANDES OPERADORES PRIVADOS
Esta misma regulación ha comportado como consecuencia el establecimiento de un duopolio formado por los dos grandes operadores privados. Hoy, entre Mediaset y Atresmedia Corporación captan el 60% de las audiencias y monopolizan el 90% del pastel publicitario televisivo. Esta situación contribuye a que el mercado publicitario catalán esté literalmente colonizado, lo que perjudica a todos los medios de comunicación de ámbito catalán. No hay que hacer más invetario. El resultado de todo ello es que en Catalunya y en España el servicio público audiovisual se ha vuelto raquítico, y la oferta audiovisual en catalán residual. Malas noticias para la salud democrática y para el espacio catalán de comunicación.
Pero la situación puede empeorar. El futuro de lo audiovisual pasa más por los servicios electrónicos ('brandband') que por los servicios televisivos tradicionales ('broadcast'). Me ahorro explicaciones técnicas. Cualquier ciudadano que reciba internet y la programación televisiva por fibra óptica puede comprobar que esta nueva forma de empaquetar la oferta televisiva minoriza de forma definitiva la producción televisiva catalana o doblada al catalán.
UNA DOBLE APUESTA ESTRATÉGICA
En este contexto, para países como Catalunya no se puede garantizar la continuidad de la lengua y la cultura sin una doble apuesta estratégica. En primer lugar, obtener la soberanía efectiva en todo lo referente al espectro radioeléctrico y las telecomunicaciones. Sin capacidad plena de regulación en estos ámbitos ya no es posible desplegar políticas culturales efectivas, ni profundizar en la sociedad del aprendizaje. Y en el futuro inmediato aún menos. En segundo lugar, también es imprescindible apostar de forma inequívoca por un servicio público audiovisual de calidad que actúe de potente locomotora de las industrias culturales.
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